¿Se puede tener ansiedad por cobrar demasiado?

Emiliano Vizcaíno LA VOZ

ECONOMÍA

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El crecimiento laboral acelerado y percibir un sueldo elevado, en lugar de ser un motivo de satisfacción, se convierte en un catalizador de ansiedad

03 ago 2025 . Actualizado a las 10:27 h.

Para algunas personas, el crecimiento laboral acelerado y percibir un sueldo elevado, en lugar de ser un motivo de satisfacción, se convierte en un catalizador de ansiedad y preocupación constante. Un ejemplo de ello es que el 71% de los consejeros delegados en Estados Unidos presentan síntomas de síndrome del impostor, según un estudio del bufete Korn Ferry. 

Cada vez es más común el fenómeno de encontrar trabajadores altamente cualificados y remunerados que se perciben como «impostores» o no preparados, al sentir que reciben un sobrepago y «no merecedores de sus logros». Lo anterior, basado en el análisis realizado por Carlos González-Reyes y Mireia Cabero, profesores de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Los investigadores aseguran que esta consternación es más frecuente dentro de industrias de salarios altos y rápido desarrollo, como el sector de la tecnología, consultoría estratégica o start-ups. Según un estudio del Harvard Business Review del 2023, más del 80% de los emprendedores sufren en algún momento síndrome del impostor. 

«Es una experiencia psicológica que puede manifestarse en el síndrome del impostor, que no tiene diagnóstico oficial pero sí una clínica relevante, aunque también se registra en trastornos de ansiedad generalizada», explica Mireia Cabero.

Casos, como el de trabajadores de empresas emergentes, al contar con una «alta rotación» de personal y variabilidad constante en los salarios, se genera este sentimiento de ansiedad, al apreciar que su valor añadido no justifica ese salario.

Causas y consecuencias

Ambos investigadores consideran que este sentimiento puede provenir de «la educación recibida, el idealismo personal, una vocación social y la influencia de ciertas creencias religiosas». Dentro de este valor social, esta ansiedad procede de una posible conciencia de clase, ética social o reparo en las «diferencias salariales sectoriales».

Aseguran los expertos que esta afección psicológica es más habitual en perfiles con inseguridad profesional, con baja autoestima laboral de sus logros y cuentan con una «dificultad para valorarse personal y profesionalmente». 

Los trabajadores que presentan «una falta de claridad sobre su marca personal y su propuesta de valor», así como una tendencia a compararse con otros, son más propensos a sentirse no merecedores de sus beneficios y a percibirse como «fraudes», en tensión por miedo a ser descubiertos.

Esta incomodidad y preocupación continua puede llevar a consecuencias profesionales y personales a tomar en consideración. En el ámbito laboral, se puede medrar la productividad y el desempeño del trabajador.  

La persona, en el ámbito social, tiende a aislarse y a desconfiar de sí mismo y de los demás. Sentirse impostor regularmente puede derivar en padecimientos tales como la ansiedad generalizada, la depresión o el burnout (conocido también como el síndrome trabajador quemado).

El síndrome a futuro

Carlos González-Reyes considera que dentro de las empresas, específicamente en los equipos de Recursos Humanos, la transparencia, mentoría y el acompañamiento, son clave para contrarrestar esta sensación en los empleados.  

«Más allá de justificar las retribuciones, lo importante es explicar los criterios detrás de ellas, conectar salario y valor aportado, y abrir espacios de diálogo sobre propósito y expectativas, tanto al inicio de la relación laboral como posteriormente, por ejemplo, en las evaluaciones anuales».

La promulgación de la nueva Ley de Transparencia retributiva en la UE, que hará públicos los salarios y las pautas detrás de las remuneraciones a partir de junio del 2025, generará un impacto en las personas con esta preocupación constante. 

En un entorno personal, considera Cabero, se debe trabajar en su percepción, su identidad, su conocimiento propio, en construir su «marca y propuesta de valor». Para contrarrestar este síndrome, se debe aprender a valorar los logros y las habilidades, e identificar los defectos.