Emancipación imposible: 7 de cada 10 jóvenes con empleo viven con los padres

Clara Alba MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

Una joven mirando el escaparate de una inmobiliaria en A Coruña
Una joven mirando el escaparate de una inmobiliaria en A Coruña Elena Vázquez

Solo el 15,2 % de los menores de 30 salen del hogar familiar y un 74 % de los que trabajan tampoco pueden hacer frente al precio récord de los alquileres

13 ago 2025 . Actualizado a las 11:33 h.

Escasez de oferta, precios disparados y una precariedad laboral que, pese a la reducción del paro y la subida del salario mínimo, sigue dificultando el acceso de los jóvenes a la vivienda. Solo un 15,2 % de la población entre 16 y 29 años logró dejar el hogar familiar para independizarse en el segundo semestre del 2024, el peor dato desde que el Consejo de la Juventud elabora las estadísticas.

Esto equivale a 102.203 personas jóvenes menos viviendo fuera de casa de sus padres que un año antes. Y lo que es peor; la cifra no se ciñe a personas sin empleo. Más de siete de cada diez (un 74,6 %) de los que trabajan tampoco han logrado salir de la vivienda familiar.

«A pesar del aumento real del 6,3 % en los salarios de las personas jóvenes, solo el 26,4 % de quienes estaban ocupadas vivían fuera del hogar familiar», apuntan los autores del informe. De ellos, el 26,7 % trabajaban a tiempo parcial. Pero tener un contrato indefinido o incluso contar ya con varios años cotizados a las espaldas tampoco garantiza nada, en un momento en el que los precios de la vivienda siguen desbocados.

Según las estadísticas del INE, el precio de la vivienda libre se disparó un 8,4 % en el 2024, su mayor alza desde el 2007. Y peor es el escenario para el alquiler, que suele ser la primera opción al comenzar la vida laboral.

A finales del 2024, alquilar una vivienda libre costaba de media 1.080 euros mensuales, el precio más alto desde que existen registros. Y el alquiler de una habitación, con una media de 380 euros según los datos del Consejo de la Juventud, también supone un enorme esfuerzo para unos sueldos que, pese a crecer un 11 % interanual en el período —hasta los 14.046,52 euros—, no alcanzan para hacer frente al pago de la casa y de los suministros.

«La realidad es dura: necesitamos destinar más del 90 % de nuestros ingresos para pagar el alquiler de una vivienda, y más del 35 % para acceder a una habitación en un piso compartido», apuntan los autores del documento, de periodicidad semestral. «¿De qué sirve tener más empleo, más estabilidad o mejores salarios si ni con eso podemos emanciparnos?», insisten.

En concreto, la subida de precios de la vivienda, mucho más intensa y rápida que la de los salarios, está consolidando lo que ya se conoce como la generación inquilina, con el 57,9 % de las personas jóvenes emancipadas viviendo de alquiler. El modelo de emancipación individual también se reduce: solo el 19,7 % que lograron salir de casa de sus padres viven solos, mientras aumenta al 29,3 % el peso de los que comparten piso.

El mercado de compraventa tampoco es una alternativa. El precio de la vivienda libre equivaldría a 14 años de salario juvenil. Y la entrada necesaria para comprar casa (estimada en unos 59.163 euros de media), implicaría cuatro años íntegros de sueldo.

El informe también revela otros datos demoledores, como que la tasa de emancipación de los jóvenes en edades más avanzadas, de entre 30 y 34 años —y que, en teoría, tienen ya mejores condiciones laborales—, se limita al 69,4 %, muy por debajo de la media europea (sin España), donde el porcentaje es del 82 %.

Tasas por edades

La situación se repite entre los jóvenes de entre 16 y 29 años. Mientras la media en España se sitúa en el 15,2 % mencionado (es decir, apenas 15 personas de cada cien residen fuera de casa de sus padres), en Europa se duplica al 30 %. Además, la brecha es cada vez mayor —en casi 11 puntos— respecto a las cifras que registraban las generaciones de jóvenes antes de la crisis del 2008, cuando un cuarto se independizaban antes de los 30. Y casi 3,5 puntos por debajo del nivel prepandemia.

El Consejo de la Juventud destierra que esta situación se deba a la teoría de un mayor número de jóvenes que ni estudian ni trabajan y, por tanto, tienen más dificultad para independizarse. Es más, su estudio apunta a que más de seis de cada diez jóvenes han superado la educación obligatoria y un 29,8 % tienen estudios superiores. Sin embargo, eso no garantiza condiciones de vida independientes: la tasa de paro entre jóvenes con estudios superiores (13,4 %) es significativamente más baja que entre quienes solo tienen estudios primarios (42,3 %), pero la dificultad para emanciparse persiste en ambos grupos debido a los costes de vivienda.