El precio de la vivienda subió casi el triple que los salarios en los últimos diez años

Edurne Martínez / Lucía Palacios MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

Inmobiliaria con anuncios de venta y alquiler de vivienda en el centro de Pontevedra
Inmobiliaria con anuncios de venta y alquiler de vivienda en el centro de Pontevedra CAPOTILLO

El coste de los inmuebles se encareció un 80 %, pero los sueldos solo aumentaron un 22 %

03 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Ni el paro, ni la corrupción, ni la violencia, ni la inmigración. La principal preocupación de los españoles es, desde este año, la vivienda, según certifica el CIS. Pero no se trata solo de una preocupación de los ciudadanos de a pie, sino que el propio Gonzalo Gortázar, el consejero delegado de CaixaBank, dedicó esta semana gran parte de la rueda de prensa para presentar los resultados del banco a un problema que considera «un cuello de botella» para la economía española.

Y Antón Costas, presidente del Consejo Económico y Social (CES), lo ha definido incluso como «un enorme agujero negro» que se está tragando la mejora de las rentas de los españoles y las políticas sociales. Hasta que no se tape este agujero no llegarán a los españoles los beneficios del avance de la economía y del empleo de estos últimos años. Y el agujero se tapará si se soluciona el desequilibrio entre oferta y demanda, que está generando altas tensiones en los precios de alquiler y de compra.

«Estamos pasando de la precariedad laboral a la precariedad habitacional», advierte José Ignacio Conde Ruiz, doctor en Economía por la Universidad Carlos III y miembro del consejo asesor del CES. Aunque se está observando un aumento en la construcción de viviendas -unas 400.000 nuevas desde el 2020-, el ritmo de creación de hogares es mucho más intenso -unos 800.000 desde entonces-.

Y la falta de oferta conlleva una demanda que está dispuesta a pagar cada vez más por la vivienda. Eso sí, los que pueden, aunque sea a costa de endeudarse. Un reciente informe de Comisiones Obreras calcula que si los precios se hubieran contenido un 30 % en la última década, hoy se podrían movilizar 25.000 millones en renta disponible. En paralelo, los datos de UGT apuntan a que la vivienda se ha encarecido en los últimos diez años cerca de un 80 %, casi el triple que los salarios (+22 %).

Un bum sin precedentes

Las últimas estadísticas publicadas por el Consejo General del Notariado revelan que el número de compraventas se ha ralentizado un 2 %, pero los precios no dejan de escalar. En mayo el coste medio ascendió a 1.836 euros por metro cuadrado, un 43,5 % más que en mayo del 2015, cuando el metro cuadrado tenía un precio medio de 1.281 euros.

El impacto es mucho más intenso en las comunidades más vinculadas al turismo que en las demás. El primer puesto de la tabla lo ocupa la Comunidad de Madrid, donde el precio se ha disparado un 87 % en estos últimos diez años. Le sigue de cerca Baleares (83 %). Los cinco primeros puestos los completan Canarias, donde comprar un piso es hoy un 64 % más caro que en 2015, la Comunidad Valenciana (59 %) y Cantabria, con un 51 % de incremento por el auge del turismo de los últimos años.

La vida condicionada

En este contexto, es lógico que la vivienda se haya convertido en la principal preocupación de los españoles desde el pasado diciembre, algo que no ocurría desde hace más de 30 años. Los elevadísimos precios están ocasionando una gran incertidumbre y tensionando los hogares como lo hacía el paro durante la gran crisis de 2008 o la pandemia, cuando la vivienda estaba muy abajo en el ránking.

Los precios son un factor condicionante de la vida de las familias, desde la emancipación hasta la natalidad. Según el CIS, el 77 % de la ciudadanía considera la falta de medios económicos la razón principal para no tener hijos o posponerlo; y el 41 % lo atribuye directamente al alto precio de la vivienda. «Este problema es un freno que puede agravar el declive de la natalidad y acelerar el envejecimiento poblacional», advierte Jorge Galindo, director adjunto de EsadeEcPol.

En materia puramente económica, la creciente brecha entre el incremento del coste residencial y el ritmo salarial «está reduciendo de forma drástica el consumo de los hogares jóvenes», asegura el experto. Los datos del INE revelan que entre el 2006 y el 2023 el gasto medio de las familias jóvenes se contrajo un 34 %, lo que evidencia que al destinar más ingresos a la vivienda «se sacrifica el consumo de bienes y servicios, que es lo que dinamiza la economía». Además, en el ámbito laboral también supone un cuello de botella: limita la movilidad de los trabajadores y la capacidad para cubrir vacantes, sobre todo en las zonas más tensionadas como Baleares, Valencia o Málaga.