El interés de los consumidores por los modelos eléctricos de lujo no ha respondido a las expectativas
23 sep 2025 . Actualizado a las 09:38 h.La estrategia eléctrica de Porsche ha dado un giro radical. El fabricante de deportivos de lujo ha decidido frenar su transición hacia los vehículos de batería tras constatar que la demanda es más débil de lo esperado, lo que ha golpeado de lleno a sus márgenes y ha arrastrado también a su matriz, el Grupo Volkswagen.
La compañía anunció la cancelación de un futuro SUV eléctrico de alta gama y confirmó que reforzará su cartera con más modelos de combustión e híbridos. El viraje tendrá un coste inmediato: un impacto negativo de 1.800 millones de euros en el beneficio operativo y un nuevo recorte de previsiones tanto para Porsche como para el Grupo Volkswagen.
Se trata de un duro revés para la industria automovilística alemana, que atraviesa un período de elevada presión en costes y ventas más débiles de lo esperado. Al igual que sus rivales europeos, como Stellantis y Renault, Porsche invirtió miles de millones en la electrificación, confiando en que la demanda crecería con rapidez. Sin embargo, el interés de los consumidores por los modelos eléctricos de lujo no ha respondido a las expectativas.
La compañía, que protagonizó una de las mayores salidas a bolsa en Europa en el 2022, ha visto caer con fuerza su cotización y, tras el último aviso de beneficios —el cuarto en lo que va de año—, quedará fuera del DAX, el principal índice bursátil alemán. «Los compradores están dando poco valor añadido a los coches eléctricos de lujo. Porsche lo ha comprendido y vuelve a apoyarse en los modelos de combustión, que ofrecen márgenes más altos», explicó Matthias Schmidt, un analista independiente con sede en Hamburgo.
Uno de los mayores focos de dificultad está en China, el mayor mercado automovilístico del mundo, donde el consumo de productos de lujo se mantiene débil y fabricantes locales como BYD dominan la oferta de eléctricos. En Estados Unidos, su primer mercado individual, Porsche sufre directamente los efectos de los aranceles impuestos por la administración Trump, que afectan especialmente a la marca al depender íntegramente de las importaciones.
Las complicaciones de Porsche están empezando a contagiar a Volkswagen, que fue pionera en la transición hacia los eléctricos entre los grandes fabricantes tradicionales, pero que ya ha tenido que rebajar ambiciones en materia de baterías y acelerar una profunda reestructuración para recortar costes.