Europa quiere profesores que sepan enseñar

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN / LA VOZ

EDUCACIÓN

M.MORALEJO

Con elecciones este año, los maestros vuelven a estar en el ojo del huracán político. Un repaso a la situación europea indica que España no confluye con la tendencia general

08 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La calidad de los maestros es un asunto capital que ha vuelto a los titulares a mes y medio de unas elecciones de la mano del pedagogo José Antonio Marina y su libro blanco del docente. Sus palabras dispararon opiniones a favor y en contra de pagar más a los profesores eficaces, y reabrieron el debate sobre las cualidades de quienes formen a la próxima generación. Un repaso a la situación de Europa, tanto en la actualidad como a la tendencia, indica que la profesión de maestro tiene tres aspectos determinantes: cómo se accede a los estudios de su formación inicial, qué tipo de grado se debe cursar y qué complemento práctico necesitan los jóvenes docentes que salen de la universidad.

España, de las pocas que no tiene un examen selectivo propio

En España, los estudiantes pueden acceder a las carreras educativas por los itinerarios comunes, pero esa no es la tendencia general, ya que lo habitual es incluir un filtro específico.

El sistema de acceso restringido se suele basar en tres parámetros: expediente académico, examen específico y entrevista personal. Algo así ocurre en Francia, donde para estudiar en el Instituto Universitario de Formación de Profesores (IUFM) se exige un ciclo de tres años en la universidad y superar una prueba que consiste en un test, además de una entrevista y el análisis del currículo. Una vez superada la barrera, el alumno debe elegir la especialidad de primaria o secundaria y cursarla durante dos años más.

En Reino Unido, también hay que pasar una entrevista personal para entrar en la carrera que otorga el QTS, el título para ser maestro de preescolar y educación obligatoria. El grado son cuatro años.

Algo parecido se ha querido implantar en Cataluña, donde está prevista una prueba de aptitud personal (PAP) para matricularse en las facultades de Ciencias de la Educación. En Madrid se optó por exigir un mínimo de nota: hay que aprobar en la selectividad las materias de Lengua y Matemáticas para poder acceder al grado de Educación.

Más pedagogía para la secundaria

Los estudios indican que si bien en primaria los profesores pueden ser maestros de las principales materiales troncales, para enseñar en la secundaria superior hay que tener cierto grado de especialización, porque si no repercute negativamente en el nivel de los estudiantes. España o Reino Unido son ejemplo de esta especialización, ya que los profesores de instituto son graduados en una materia y solo han cursado un máster de un año para saber impartirla a alumnos jóvenes.

En Europa hay otras alternativas. De los 25 países que optan por la formación especializada, 15 amplían el campo a dos o tres materias, y así los profesores se preparan para Matemáticas y Física, por ejemplo o, como en Alemania, para dos asignaturas totalmente diferentes (Español y Política). Otra opción es que solo los maestros de Lengua y Matemáticas tengan especialidades únicas y el resto se decante por áreas más amplias (ciencias humanas, naturales, técnicas...).

Algunos Estados, como Alemania, Holanda, Reino Unido, Noruega o Dinamarca están complementando su modelo básico con la colaboración de profesionales en ejercicio para dar clase en secundaria (por ejemplo, un economista que trabaje como tal imparte un semestre de Economía o Finanzas).

Lo que sí es habitual es unificar el grado para ser maestro de infantil y primaria, habitualmente compartiendo los dos primeros años, como en Francia (que son tres años comunes) o en Italia.

La llegada al aula, cada vez más vigilada

Es la gran diferencia entre España y otros países del entorno. Aquí los profesores, especialmente los de secundaria, apenas tienen contacto con las clases durante su formación, pero además, una vez que aprueban las oposiciones y se incorporan al colegio o instituto, suelen verse solos ante el aula. La puesta en marcha de un programa de tutelaje -al estilo de los MIR sanitarios- parece tener la aprobación general de la comunidad educativa, aunque por el momento no se ha legislado nada en ese sentido.

En los países en los que se ha desarrollado este modelo hay tres elementos básicos. Primero, se establecen unas medidas especiales de apoyo para aprender a manejar las responsabilidades docentes; segundo, el profesor debutante tiene asignado a un veterano que le sigue en los primeros momentos y poco a poco lo va dejando solo; y se establece una evaluación final para garantizar que ese nuevo profesor cumple los estándares de calidad impuestos (en Portugal y Holanda, por ejemplo, evalúan al nuevo docente su tutor y directivos del centro donde hizo prácticas a partir de los criterios indicados por la facultad de referencia).

Estos procesos de «cualificación en el lugar de trabajo» están muy desarrollados en Alemania y Luxemburgo, donde se extiende durante dos años; en Holanda es de 5 meses a tiempo completo.

Irlanda y Eslovenia afrontan el reto desde el otro punto de vista: organizan cursos para formar a los tutores de los futuros maestros. En algunas escuelas de Estados Unidos estos tutores son elegidos entre los profesores más aplaudidos.