Alicia Tojeiro, mejor profe de España: «En mi clase un alumno solo saca un diez si es buena persona»

EDUCACIÓN

MARCOS MÍGUEZ

En su aula hay policías, un doctor Corazón y se premia la generosidad con bonos que valen por una pista en un examen o una supermerienda. Esta gallega también enseña a separar el lexema del morfema, pero de un modo más divertido

12 sep 2021 . Actualizado a las 22:36 h.

Da gusto hablar con Alicia Tojeiro (Vigo, 1978) porque desde luego sus clases rebosan alegría. Ella las llena de magia y cariño y por eso fue reconocida el año pasado como la mejor profesora de España. Ahora sus limpiamundos, como les llama a sus niños porque luchan por un mundo mejor, regresan a 6.º de primaria en el Isidro Parga Pondal de Oleiros (A Coruña). Allí se encargarán de combatir el maltrato a los animales, de fomentar la igualdad de género, la inclusión social y de muchas otras cosas. Alicia les enseña sobre todo a ser buenas personas. 

-¿Es normal que los niños no quieran volver al cole?

-Es normal porque es un cambio de todo: de amistades, de horario, de planes... Los cambios generan miedo hacia lo nuevo. Y es verdad que, a medida que suben en los niveles educativos, cada vez saben más lo que es el cole.

-Lo decía porque muchos ven el cole como un castigo. No parece lo ideal.

-Sí, para ellos es volver a actividades muy mecánicas que poca innovación suponen. Yo creo que mis limpiamundos estarán deseando verse. ¡Yo sí tengo ganas!, para mí septiembre es sinónimo de grandes proyectos e ilusiones.

-¡Al menos la profe tiene ganas!

-Sí, tengo un libro que se titula El primero que tiene que ir feliz a la escuela es el maestro. Si nosotras mismas ya no tenemos ganas, eso se refleja. Lo primero es empezar como un terremoto y llena de energía. Tienes que emocionarlos y sorprenderlos para que se enganchen.

-En tus clases no se aburren...

-No, no. De hecho, ahora mismo tenemos tres proyectos por delante: terminar la protectora de animales que el año pasado estuvimos a punto de abrir; se llama El hogar de Quin. Fue a raíz del perro maltratado que fue noticia, los niños diseñaron todo, las casetas... Es una protectora que está en Becerreá.

-¿Tú les enseñas a partir de la realidad?

-Sí, a partir de la historia de Quin, pensamos en rescatar a perros para luchar contra el maltrato animal. Tengo en mente trabajar también los primeros auxilios con el Colegio de Médicos de A Coruña, y, claro, Afganistán. No podemos quedarnos con los brazos cruzados ante lo que está pasando, sobre todo con las mujeres. Mis alumnos están acostumbrados a la protesta crítica, a saber reaccionar. Y sé que cuando les proponga este tema, será un sí rotundo. Intentamos que la escuela sea un lugar al que les apetece ir y que no tengan que esperar a ser adultos. Como niños pueden dejar su huella.

-¡Qué diferencia esto que cuentas con separar el lexema del morfema!

-Sí, todo es currículo y todo es importante. Pero no quiero que el lexema y el morfema sea lo principal de la educación y postergar los valores. Para mí lo más importante es un desarrollo integral. Y por culpa del lexema y el morfema se nos olvida el respeto, la igualdad, el esfuerzo, la perseverancia...

-¿Alguna vez has dado por imposible a algún alumno?

-No. Yo intento trabajar mucho con la familia, y casi siempre se muestran voluntariosas. Procuro ver lo mejor de cada niño y trabajar. Tú me vas a decir: ‘Jo, pues en tu clase todo funciona al cien por cien'. ¡Y qué va! En mi clase hay distintos talentos, capacidades, intereses, pero cada uno tiene su parte positiva.

-¿El mayor error de los padres en la escuela?

-Para mí es mucho más difícil ser madre que profe, no sé si es porque estoy menos entrenada. Por eso haber sido madre enriqueció mi labor docente. Yo creo que los padres no apostamos por nuestros hijos, muchas veces somos los que los limitamos, hablamos mal de ellos. Decimos: ‘No se le da bien, es que es muy torpe, es muy movido, es un vago'. Los niños necesitan confianza y si dices eso veinte veces, se lo acaban creyendo. Y como profe, yo no veo lo que los padres ven. Yo intento ver la parte positiva. Lo negativo ya sé que lo tienen, como todos nosotros, pero para mí es secundario. A veces les digo a los padres: ‘Bueno, ¿y qué se le da bien?'. Y si me dicen ‘el dibujo', yo les aconsejo que además de repasar matemáticas lo lleven a dibujo. Así su autoestima crece y compruebas cómo niños a los que no se les daban bien las mates acaban entrando.

-Supongo que habrás encontrado a niños que en casa tienen situaciones difíciles. ¿Cómo trabajas eso?

-Lo primero es atenderlos emocionalmente, llegarles al corazón. No se puede empezar el primer día y soltar el rollo sin saber cómo están, qué les apetece. Cuando tú te preocupas por ellos, ellos lo hacen contigo. Ahí se crea un vínculo que es de tú a tú, sin olvidar el respeto. Hay que querer. Si los quieres, y para eso tienes que verles la parte positiva, la mitad del trabajo está hecho. ¿Eso significa que va a quitar unas notas estupendas? No, pero por lo menos estará bien para encaminarlo, si no, no llegas a ningún lado. A veces le cuento a algún compañero: ‘Jo, yo quería que este niño aprobara todo y ha suspendido tres este trimestre, no sé que falla, estoy mal'. Y a lo mejor te cuenta: ‘No sabes cómo estaba este alumno, antes pegaba, estaba agresivo...'. Pues si consigo que tenga ciertos valores, ya es un gran logro.

-¿A los que destacan mucho hay que bajarles los humos?

-Una actitud chulesca no es buena nunca, saques buenas notas o no, pero con los alumnos brillantes el problema está en asumir el miedo al fracaso. Son alumnos que ante un 9,5 entran en bucle, eso es tan peligroso como no querer hacer. Si tienen el listón tan alto, se creen que no valen y ya no quieren enfrentarse a la tarea. Yo siempre les digo que lo importante no es tanto la nota como el esfuerzo.

-¿Tú puedes haber dado un 10 por esfuerzo y un 10 por talento?

-Yo intento que sea lo más compensado. Para mí un buen alumno no es aquel que tiene muy buenas notas, sino el que sabe relacionarse, que es agradable, que ayuda, que quiere ir más allá, en definitiva, que es buena gente. A mí no me vale el alumno que saca muy buena nota y luego se porta mal o no respeta. Un alumno que tiene un diez es porque es bueno, buena persona y buen trabajador. Yo quiero buena gente. Una vez les preguntaron: ‘¿Qué es lo que más le enfada a la profe Alicia?'. Y uno contestó: ‘No ser extraordinario', es decir, cuando no dan todo lo que tienen que dar. Por ejemplo, si no traen los deberes. A mí eso me pone nerviosa, porque es su responsabilidad. Yo no quiero excusas, si no los has traído, no me cuentes mentiras, dime que no los tienes porque no quisiste hacerlos. A partir de ahí vemos.

-¿Alguna vez gritas en clase?

-No, no. Nunca. Estoy entrenada, son 21 años de trabajo. Primero por mí, por la salud, y segundo, porque el grito no construye nada, solo inseguridad y eso de ‘cuando el profe no me ve, lo hago'.

-¿Cómo solucionas sus malos rollos?

-Tengo una comisaría de aula, dos policías, chico y chica, que cambian cada quince días. Es voluntario. Ellos patrullan el patio y si hay algún conflicto, intentan resolverlo; y cuando no llegan a acuerdo, intervengo yo. Esto me permite filtrar roces, que si no atiendes, se convierten en grandes problemas.

-¿En tu clase hablan todos con todos?

-Sí, yo les digo: ‘Nosotros tenemos que aguantarnos. Yo puedo entender que haya personas más afines, pero todos somos educados y correctos, y aquí mantenemos la compostura'. He trabajado mucho eso, que se lleven bien y se respeten. Tengo también al doctor Corazón que pregunta por las emociones todos los días y da recomendaciones del tipo: ‘Todo lo bueno pasa, y lo malo también'.

-¿Bajas puntos por falta de ortografía?

-Sí, son importantes, y puedo poner negativos por el comportamiento. Y también puedo dar algo parecido al positivo si, por ejemplo, de pronto se cae un lápiz y alguien lo recoge, esos pequeños halagos delante de toda la clase les gustan. A final de semana entrego unos bonos que valen por una buena pista en un examen, por una merienda especial en clase..., los van canjeando.

-¿Algo bueno que haya traído la pandemia a la escuela?

-La mascarilla nos ha quitado bastantes virus y hemos aprendido a valorar que nos tenemos, a la gente. Eso sí, estamos deseando socializar, volver a las fiestas del magosto, de la paz, las excursiones...

-¿Qué cambiarías del aula?

-Volver a hacer equipos, debatir en grupos, eso fue lo que más perdimos. Nosotros hace dos años hicimos una reforma integral y los niños diseñaron su aula ideal, se quitaron mesas, se pusieron hamacas, pusimos alfombras para leer en el suelo, los padres pintaron las paredes...

-Pues con esa clase, ¡como para no volver al cole!

-Sí, ja, ja, ja.