Mejorar las condiciones: ¿utopía o realidad?

Patricio Sánchez TRIBUNA

ELECCIONES 2016

11 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La innegable mejora de los agregados económicos del mercado laboral esconde, como siempre que se habla de economía, luces y sombras. Una de sus principales sombras reside en el aumento de la precariedad del empleo. Cuando se habla de precariedad, y más concretamente de cómo combatirla, nos encontramos con el problema de que este concepto engloba realidades diferentes. Por tanto, el primer paso es aclarar a qué nos referimos.

La precariedad laboral tiene tres grandes dimensiones: inestabilidad en el empleo, dificultades económicas y vulnerabilidad. Una vez identificadas, el siguiente objetivo sería abordarlas de manera individualizada. Con respecto a la primera dimensión, el objetivo a perseguir pasaría por la disminución de la temporalidad, que es uno de los rasgos más característicos de la nueva contratación. Aquí el objetivo sería no tanto crear empleos indefinidos sino que las duraciones (aún siendo temporales) abarcaran un mayor período de tiempo. El condicionante económico, que supone el segundo vector, se refleja principalmente en los salarios. Sobre esto, serían recomendables políticas que permitiesen garantizar un mínimo de cobertura económica para todos los trabajadores con sueldos ajustados a las diferentes categorías profesionales y acordes a las capacidades exigidas. La última dimensión es la que más afectada se ha visto y ha incidido en los estratos sociales con mayores dificultades. Por ello, se debería iniciar un proceso de recuperación de derechos perdidos, fomentando la accesibilidad de los empleados a prestaciones y beneficios sociales.

Establecidos los objetivos y esbozadas las políticas para conseguirlas, restaría plantear cuáles serían las mejores herramientas para su puesta en marcha. Estas deberían comenzar por la educación y formación que se suponen un pilar fundamental para el desarrollo. Complementariamente, convendría desarrollar otras iniciativas de carácter transversal, como el refuerzo de la inspección de trabajo o la apuesta por la innovación que permita mejorar los procesos productivos. En definitiva, estamos ante un problema complejo, pero si existe conciencia para su mejora puede conseguirse. El problema reside, por tanto, en que la precariedad forme parte de la agenda de quien toma las decisiones.