Rajoy reta a PSOE, Podemos y C's a coaligarse para echarlo de la Moncloa

ELECCIONES 2016

Ofrece ahora cambiar la financiación autómica para fomentar la natalidad en Galicia
17 jun 2016 . Actualizado a las 09:42 h.Mariano Rajoy es un hombre previsible. Esa es la principal imagen de marca que vende de él su propio partido para ofrecer las máximas garantías al electorado que más valor da a la estabilidad. Y ayer, en el teatro Principal de Pontevedra, en el mismo escenario en el que el pasado febrero la corporación municipal le declaró persona no grata, Rajoy dio la muestra más grande posible de previsibilidad política que se podía dar al llegar al ecuador de la campaña. Apostando previamente a que el resultado de las elecciones del día 26 será bastante parecido al del pasado diciembre, el candidato a la reelección adelantó sin misterio que va a hacer exactamente lo mismo que hace seis meses.
«Si los resultados tuvieran algún parecido, yo haré la misma propuesta», dijo con firmeza ante un público entregado y que quería ejercer como tal para seguir combatiendo el expediente político y social que por haber prolongado la vida de Ence le ha instruido el ayuntamiento del que el presidente fue antes concejal. Su movimiento será volver a ofertar a PSOE y Ciudadanos un pacto para hacer posible la formación de Gobierno, como planteó sin éxito tras los comicios anteriores. «Y si no, que dejen gobernar al más votado», exigió, dando por hecho que esa será de nuevo su posición.
Y en una plaza tan taurina como Pontevedra, Rajoy lanzó un primer aviso. «La única alternativa a que gobierne el que tiene más apoyos es una coalición entre Podemos, Ciudadanos y el PSOE. A ver si son capaces de hacerla. No la van a poder hacer», auguró abriendo así la posibilidad a que el país se vea abocado a unas terceras elecciones generales.
En forma para cuatro años
Tras su paseo completamente blindado por policías y escoltas, Mariano Rajoy pisó con toda intención la tecla personal ante un teatro tan lleno de gente como la calle de acceso con seguidores que no pudieron entrar. «Estoy en forma, estoy bien, preparado para seguir llevando el timón de España durante los próximos cuatro años», dijo para hacer ver que ni el desgaste del poder ni el puñetazo que le propinó un vecino adolescente en la campaña pasada le van a apear de la política, como viene demandando Albert Rivera como condición para un acuerdo de gobernabilidad.
Y sentadas las bases de que las urnas pueden variar el orden de respaldo a los principales partidos, pero no al suyo; que en todo caso será difícil un acuerdo del resto de la oposición, y que él está en forma, Rajoy cruzó una puerta que minutos antes había abierto en su intervención el presidente de la Xunta. Si Feijoo combinó en su intervención las loas a Rajoy con el ensalzamiento de su acción de gobierno, especialmente en los últimos meses, el líder estatal de los populares pisó la misma senda de la recta final de su campaña y los primeros pasos de la precampaña de las elecciones autonómicas de otoño.
El aspirante a seguir siendo inquilino del palacio de la Moncloa puso al presidente gallego como el máximo ejemplo de cumplimiento del ajuste de cuentas que la UE y el Ejecutivo trazaron para las comunidades autónomas. Y como cumplidor de ese balance con el déficit, Rajoy anunció a Feijoo un premio, aunque este quede embargado y condicionado a que el PP siga siendo el partido del Gobierno central después de los comicios del día 26.
Anunciando haber comprendido las reclamaciones de la Administración gallega, Mariano Rajoy prometió que si sigue en su actual puesto afrontará un cambio en el modelo de financiación autonómica, en el que pesará tanto el envejecimiento de la población como factor a compensar económicamente, como también abrirá un nuevo frente presupuestario para que las comunidades más afectadas por la caída demográfica, como Galicia, cuenten con partidas para poner en marcha planes natalicios con objetivos a medio y largo plazo.
El anuncio fue especialmente celebrado entre el PPdeG, al considerarlo como el reconocimiento al esfuerzo en el cumplimiento de las cuentas y un guiño directo hacia uno de los problemas presentes con más consecuencias para el futuro que tiene que afrontar Galicia.
Peligro de retroceso
Sentadas las bases de su estrategia, de su predisposición personal y de sus intenciones para con su tierra, Rajoy se entregó al mismo guion que antes pronunciaron en el mismo acto Alfonso Rueda, Ana Pastor y Núñez Feijoo. Un libreto cuyo título pudiera ser el de «el PP o el caos». «Volveríamos al 2011», dijo el candidato a la reelección sin necesidad de mentar a Zapatero, cuyo papel de agitador de la militancia popular ha sido arrebatado por Pablo Iglesias, que incluso llegó a ser identificado por la ministra de Fomento en funciones con los «bolcheviques» y el «frente populista».
Feijoo achaca las dudas del electorado a la indecisión de los rivales del PP
El presidente de la Xunta Alberto Núñez Feijoo, alertó ayer en su intervención en Pontevedra sobre la inestabilidad que un Gobierno de PSOE, Podemos y Ciudadanos podría provocar en España. Como ejemplo máximo de la dificultad de entendimiento que el líder de los populares achaca a sus rivales, Feijoo puso las conversaciones infructuosas que las tres fuerzas mantuvieron desde las elecciones pasadas. Y tras trazar ese escenario de incertidumbre, el presidente de la Xunta pidió que no se importe la misma situación a Galicia, abriendo así de alguna manera una larga precampaña para las elecciones autonómicas. Para remarcar la diferencia que asegura ha habido entre España y Galicia en los últimos seis meses, Feijoo enumeró su propia lista de logros: eliminación del impuesto de sucesiones, bajada impositiva en el rural, drones en Lugo, nuevos coches en Vigo... Empieza la precampaña.
Una reunión para fotos con Feijoo
Mariano Rajoy y Alberto Núñez Feijoo tuvieron unos minutos para contrastar sus opiniones sobre la campaña antes de reunirse en un hotel de Santiago con representantes de varias oenegés. Ambos presidentes se dedicaron elogios mutuos después en el mitin celebrado en Pontevedra.