Feijoo resiste tras una semana de hostilidades

ELECCIONES 2016

REDACCIÓN

El candidato del PP mantiene sus opciones de repetir la mayoría absoluta. Superado el ecuador de la campaña, Sondaxe le otorga 38 escaños

17 sep 2016 . Actualizado a las 15:00 h.

De la victoria

En pleno centenario de la batalla del Somme, sus ecos no se escuchan ni de lejos en una campaña gallega de baja intensidad, solo alterada por los exabruptos de Xosé Manuel Beiras, que tiene bula entre el público para lanzar ataques que no se tolerarían a otros protagonistas.

Entre los candidatos, el principal choque hasta la fecha ha sido el debate a cinco del lunes, en el que hubo dos ganadores: Ana Pontón y Alberto Núñez Feijoo.

Pero sus victorias fueron diferentes en naturaleza e importancia, como demuestra que al día siguiente Sondaxe daba como claro vencedor al líder de los conservadores.

En términos militares, Pontón obtuvo una victoria táctica. Fue la más regular en todo el debate, la que mejor comunicó y, por fases, la que atacó con más habilidad al cabeza de lista del PP. Pero no alcanzo sus objetivos estratégicos, si es que entre ellos se encuentra recuperar el grueso de sus votantes que se han trasladado a En Marea.

Alcanzada una posición dominante tras sus buenas intervenciones iniciales, Pontón podría haber marcado distancia con sus posibles socios, en especial con Villares, pero no lo hizo en ningún momento, limitando el alcance de su victoria.

Según Sondaxe, Feijoo fue el vencedor para el 51 % de los encuestados. El candidato conservador arrancó nervioso, pero pronto ocupó el centro del campo, rodeado de cuatro rivales que le atacaron sin tregua. Su victoria, quizá menos brillante que la de Pontón, ha teñido efectos más duraderos a largo plazo, permitiéndole mantener sus opciones de mayoría absoluta. Fue una victoria táctica, porque salió del choque contra cuatro vivo y atacando; pero también estratégica, ya que logró reforzar el mensaje central de su campaña, que se podría resumir así: «No hay alternativa al PP porque sus rivales no tienen un proyecto conjunto ni saben cómo gobernar unidos».

De los despojos

Después el candidato conservador se lanzó a explotar los beneficios de esa victoria. Con las dudas sobre la alternativa a la vista de todos, ha exigido a sus adversario que aclaren cómo gobernarán, les ha pedido que nombren un representante conjunto y que clarifiquen su programa. Desde el campo contrario han contestado reforzando su intención de desalojarle de la Xunta con un acuerdo «razoable», en palabras del socialista Xoaquín Fernández Leiceaga, que desembocaría posiblemente en un tripartito.

La explotación de la victoria se vio truncada por el lío de Rita Barberá y la presencia de líderes populares nacionales, como Rajoy y De Cospedal, capaces de arrastrar mucho público, pero también los problemas que atenazan al PP en Madrid.

Otro tanto, aunque en menor grado, le ha ocurrido al PSOE con Chaves y Griñán y la presencia de Pedro Sánchez, pero la situación de los socialistas es de equilibrio precario. El partido quiere vetar un pacto con Podemos en Madrid en todos los casos, y si lo hay es probable que se produzca un éxodo de históricos como Rodríguez Ibarra, mientras en Galicia apuestan por uno con «as Mareas de Podemos» como las califica Feijoo, que en los últimos días no ha parado de explotar esa contradicción.

De la batalla de las ciudades

Con las encuestas en el límite de la mayoría absoluta, el próximo gobierno de Galicia se decidirá en la semana que empieza, cuando estallará una intensa lucha por el voto urbano.

Es ahí donde los populares pueden tener más problemas para movilizar a su electorado, y donde corren más riesgo de que se pase a Ciudadanos, un partido que según Sondaxe podría ser clave para formar un gobierno de pacto con lo populares, o para facilitar la llegada del tripartito al no lograr representación absorbiendo a miles de votantes de centro y centroderecha.

Feijoo está tratando de conjurar esa posibilidad con un llamamiento a los simpatizantes del partido naranja, y a los socialistas moderados, para que concentren su voto en el PP y eviten con seguridad un Ejecutivo «inestable» de «Podemos y los nacionalistas». Ese será el argumento sobre el que previsiblemente girara toda la segunda mitad de la campaña.