Poco antes del esperado paso del asteroide 2012DA14, un meteorito del tamaño de un autobús estalló a pocos kilómetros de la ciudad rusa de Cheliábinsk
27 feb 2013 . Actualizado a las 12:12 h.Cada día llegan a la Tierra más de mil toneladas de material procedente del espacio. La mayor parte lo hacen en forma de polvo o pequeñas partículas que se desintegran en la atmósfera dando lugar a las famosas estrellas fugaces. Pero de vez en cuando lo que cae del cielo son rocas de tamaño considerable, como la que el pasado 15 de febrero sobrevoló como una bola de fuego la región de Cheliábinsk, en Rusia. Este objeto, del tamaño de un autobús, irrumpió en la atmósfera con una formidable explosión cuya onda expansiva dejó a su paso multitud de cristales rotos y cerca de mil personas heridas.
Horas más tarde los científicos localizaron en el suelo algunos fragmentos de este inesperado visitante espacial, bautizado ya como el meteorito Chebarkul, en honor al lago donde aparecieron estos fragmentos. Por cierto, los astrónomos reservan el término meteorito para los cuerpos que consiguen llegar al suelo, mientras que denominan meteoro al rastro visible que dejan en el cielo y meteoroides a los objetos cuando aún se encuentran en vuelo. En este sentido, debemos referirnos a las estrellas fugaces como meteoros, aunque en el caso de que sean particularmente brillantes suelen llamarse bólidos.
Uno de los aspectos más sorprendentes de este suceso es que pocas horas más tarde se esperaba el paso por las cercanías de la Tierra de una roca todavía más grande, un asteroide descubierto hace un año por astrónomos españoles y bautizado 2012DA14. Aunque este objeto no llegaría a entrar en la atmósfera terrestre y fueron necesarios prismáticos para verlo, pasaría por debajo de satélites como los Meteosat. Nunca antes se había registrado un acercamiento así, lo que resulta sobrecogedor teniendo en cuenta que con su tamaño, equivalente a un edificio de 15 plantas, 2012DA14 podría haber pulverizado en caso de un impacto directo una ciudad del tamaño de Vigo o A Coruña. Inicialmente se sospechó que el asteroide podría estar relacionado con el de Chebarkul, aunque esta opción acabó descartándose al comprobar que sus trayectorias eran completamente distintas.
Un peligro real, pero improbable
Los meteoritos como el de Chebarkul caen cada pocos años, aunque pocas veces son registrados por tantas cámaras como en esta ocasión. Hay que tener en cuenta que el 70 % de la superficie terrestre está cubierta de agua y que, del resto, la mayor parte corresponde a regiones muy poco pobladas, por lo que normalmente no hay testigos de su llegada. Se conocen algunos casos en los que un pequeño meteorito cayó sobre personas o animales, pero no se tiene constancia de que nadie haya muerto por esa causa. Lo que sí supone un riesgo real son los meteoroides de mayor tamaño, ya que por encima de 15 metros suelen tener suficiente energía como para provocar daños considerables. Por ejemplo, hace 50.000 años un objeto de unos 50 metros y 300.000 toneladas cayó en Arizona e hizo un cráter de 1,2 kilómetros de diámetro. Más al sur, en la península del Yucatán, se encuentran los vestigios del cráter de Chicxulub, que, con un diámetro de 180 kilómetros, se asocia a la caída de un cuerpo unos 10. Además de la monumental explosión, este impacto provocó un drástico cambio climático global que contribuyó, al menos en parte, a la extinción de los dinosaurios.
> Marcos Pérez
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