El robo en el Louvre, un ataque a la historia

Francisco Canoura IES S. MADARIAGA (A CORUÑA)

ESCUELA

ZUMA vía Europa Press | EUROPAPRESS

Cuatro individuos entraron en el famoso museo y se llevaron unas joyas de valor incalculable

22 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasado domingo nos despertamos con una noticia que sacudió los cimientos del arte, la seguridad y la historia: el Museo del Louvre, hogar de algunas de las obras más valiosas y emblemáticas del planeta, fue escenario de un robo sin precedentes. En cuestión de minutos, lo que parecía imposible se convirtió en realidad, desafiando uno de los sistemas de protección más sofisticados del mundo.

Entre las nueve y media y las diez menos veinte de la mañana, cuatro individuos vestidos con chalecos amarillos entraron en el museo con la ayuda de una escalera mecánica, y en menos de siete minutos cortaron los vidrios de una de las ventanas y robaron un lote de las joyas expuestas en la galería Apolo. Se llevaron nueve alhajas de la Corona francesa cuando el museo ya estaba a pleno rendimiento, con asistentes y con personal de seguridad. Parece que sonaron las alarmas, aunque hay testimonios que dicen que no se oyeron, lo que impidió evitar un robo que fue perpetrado delante de los asistentes al museo con total impunidad. Hay vídeos en las redes sociales en los que se puede ver a uno de los ladrones cortando una de las vitrinas con una sierra radial.

Esto nos debería hacer pensar en la actual condición humana: es preferible tener un buen testimonio y colgarlo en las redes, por un puñado de me gustas, antes que avisar a la seguridad y evitar un robo que golpea de lleno en la línea de flotación de la seguridad de un museo, donde se albergan obras de arte de patrimonio nacional.

El Museo del Louvre, ubicado en París, es uno de los más famosos y visitados del mundo. No es solo un edificio lleno de obras de arte, es una gran cápsula del tiempo que nos permite viajar por miles de años de historia de la humanidad. Antes fue un palacio real. Se convirtió en pinacoteca en 1793, después de la Revolución francesa, con la idea de que el arte debía pertenecer al pueblo y no solo a los reyes. Es el más grande del mundo y, por lo tanto, uno de los mejor custodiados en temas de seguridad. Alberga una colección de patrimonio nacional inmensa.

El valor del patrimonio nacional de un museo no se mide solamente en dinero, sino también en términos históricos, culturales, educativos y simbólicos. Es el conjunto de bienes que representan la identidad y la memoria de una nación. Están protegidos por el Estado para evitar su pérdida y no pueden ser vendidos libremente. Su valor es incalculable.

Qué motivos tenían

Esto nos hace pensar en qué motivos tendrían los ladrones. Son obras de arte catalogadas y están reconocidas dentro de un circuito internacional de seguridad. Cómo piensan deshacerse de ellas, si ese es el motivo, y cómo piensan venderlas y en qué mercado. Diversas opiniones de expertos hablan de que muy probablemente, sean desmontadas y vendidas por piezas, pero las incógnitas son muchas.

Cuando los amantes del arte recibimos este tipo de noticias nos aborda un sentimiento de tristeza. Al igual que cuando diversas asociaciones reivindican sus criterios tirando botes de pintura sobre una obra de arte que tiene un valor incalculable e irreemplazable. Ese mismo sentimiento de pérdida de valor de algo histórico es el que vivimos en el incendio de Notre Dame de París el 15 de abril del 2019.

En el caso del robo del Louvre, imagino que esa intención lucrativa de los ladrones será abortada por parte de la investigación que ya está en marcha. Pero si no es así, espero que le sirva como reflexión a quien le competa, que no se escatime en defensa del patrimonio nacional de un país, pues es lo que nos define históricamente y lo que nos identifica.

Desgraciadamente, robos en museos siempre hubo. Concretamente, en el Louvre desapareció la famosa Gioconda en 1911 a manos de un exempleado de la pinacoteca. El Códice Calixtino fue robado de la Catedral de Santiago en el 2011 por un antiguo electricista y El grito de Munch fue sustraído a punta de pistola.

Lo que está claro es que un desfalco con este modus operandi nos recuerda alguna que otra película de la factoría Hollywood en la que un grupo de amigos de lo ajeno perpetran robos imposibles. La realidad siempre supera a la ficción.