El filólogo y dramaturgo acaba de publicar «Pequeña historia de la Literatura española», un libro ilustrado para explicar los clásicos de manera divertida
09 dic 2025 . Actualizado a las 20:12 h.Don Quijote y Sancho Panza no están solos en la batalla contra los molinos de viento que se representa en la portada del libro Pequeña historia de la Literatura Española (Editorial España); les acompañan Carmen Laforet, Ramón María de Valle Inclán, Carmen Martín Gaite, Federico García Lorca, Emilia Pardo Bazán, Benito Pérez Galdós, Rosalía de Castro, Gustavo Adolfo Bécquer... Todos ellos y muchos más protagonizan un viaje guiado por el filólogo y dramaturgo Nando López, que se ha propuesto quitarle a la Literatura el cliché de aburrida: y lo hace rescatando anécdotas, curiosidades, romances, humor y demás aventuras que rodean a los escritores más importantes de cada época. «No solo son divertidos, sino que tienen mucho que ver con la vida de hoy», avanza. Acompañados por las ilustraciones de Luis Doyague, cada capítulo redescubre a autores y pone en su lugar a autoras que han estado relegadas en el canon tradicional.
—¿Por qué la literatura es, para muchos, aburrida dentro del aula?
—Lo que yo viví como docente es que se entra en conflicto entre lo que se quiere enseñar y las pruebas que hay que hacer para obtener resultados externos, lo que hace que a veces la Historia de la Literatura se convierta en algo difícil y árido para el alumnado. Son textos con una exigencia lingüística que, además, se presentan como lejanos a sus experiencias personales, y por eso no les interesa.
—Sin embargo, si se conocen más detalles de los escritores, la cosa cambia, ¿no?
—Totalmente. Plantear situaciones actuales que están reflejados en los textos es la clave. Por ejemplo, para hablar de un tema tan importante como el consentimiento o la cultura de la violación, hay un texto muy interesante en El Quijote, cuando Marcela se rebela y les pregunta a los pastores por qué les tiene que querer por el mero hecho de ser hermosa. «No estoy obligada a querer a nadie», dice. Ese texto, a fecha de hoy, sigue hablando de algo que por desgracia pasa; y sigue planteando un tema importantísimo que es el respecto de la voluntad y el consentimiento. Es igual que explicar el tema del abuso de poder con El alcalde de Zalamea; o las relaciones entre padres e hijos con La vida es sueño…
—¿Es necesario leer los textos completos en la adolescencia?
—A los 14 años es muy difícil leer La Celestina entera, pero no hace falta: con 14 años se pueden leer algunos fragmentos que emocionan y hacen pensar; y puede que así les anime a leerlo entero más adelante. Creo que el problema de la Literatura es ese, hemos creído que hay que leer la obra completa a edades muy tempranas, y lo que tenemos que hacer es explicarles a los jóvenes por qué los clásicos son tan modernos y rompedores; generar curiosidad y darles fragmentos que inviten a la lectura.
—Que no se vea como algo obligatorio
—Si los libros o los clásicos los vemos como una obligación de la que solo hay que hacer un examen, jamás los van a amar. Yo pretendo mostrar otra mirada, la de que son divertidos y que tienen muchos que ver con ellos; les ofrezco fragmentos que son como el tráiler de un libro.
—¿Por qué decidiste enfocar el libro desde el humor?
—Es que el humor es uno de los rasgos de nuestra literatura y yo lo he tomado como eje. El libro es como un viaje donde el humor guía todo el recorrido por cada etapa literaria, porque nos marca como sociedad.
—Y también ha querido dar un papel protagonista a las mujeres
— No es casual; para mí era fundamental que estuviera Luisa Carnés, Elena Fortún, Florencia del Pinar… He tenido la oportunidad de poner en su lugar muchos más nombres, los de todas esas autoras que por desgracia hemos tardado en conocer. Si preguntas por el teatro del Siglo de Oro, todo el mundo piensa en Carderón de la Barca, pero a casi nadie le viene a la cabeza el nombre de Ana Caro. Creo que tenemos que rehacer el canon desde una mirada mucho más feminista y comprometida.
«Tenemos que rehacer el canon desde una mirada mucho más feminista y comprometida»
—¿Qué otros nombres ha querido poner en el lugar que merecen?
—Para mí era muy importante hablar de las autoras del Siglo de Oro, creo que son las grandes olvidadas; como también las renacentistas, como la propia Florencia del Pinar. Y destacar la labor de Ana Caro y María de Zayas, del XVII. Las Sin Sombrero, por supuesto, como Luisa Carnés; y también Almudena Grandes, una autora que está en el corazón de mucha gente. Por eso había una voluntad clarísima de igualdad en el número de páginas, como también me interesaba reivindicar a las autoras y autores LGTBIQ+, como Elena Fortún.
—¿Cómo querría que se utilice este libro en clase?
—Me gustaría que se ofreciese como lectura de clase y que cada alumno tuviera la oportunidad de elegir el personaje que mejor le representa; pero, por favor, que no hagan un examen de su lectura.
—¿Pueden los clásicos tener su hueco en las redes sociales?
—Nosotros lo estamos consiguiendo: creamos una cuenta de Instagram y en tres meses tenemos más de 24.000 seguidores. Hacemos memes de humor sobre los clásicos; y tengo un montón de adolescentes escribiéndome y proponiéndome nuevas ideas. Así también se estimula su creatividad, que sepan que el clásico es algo con lo que se pueden divertir y que puedan hacerlo suyo.