PP y PSOE juegan con fuego

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

Crónica política

12 nov 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

La partida al límite que se está jugando en la política española, con la crispación como principal motor, dibuja un horizonte muy preocupante. Con el feroz enfrentamiento entre los dos partidos principales y sus aliados -otras formaciones, la Iglesia, medios de comunicación, etc- se corre el riesgo de crear graves problemas, incluso de Estado. La eventualidad de un referéndum para la reforma de la Constitución que pueda interpretarse como una elección entre monarquía y república, es sólo uno de ellos. Algunos exponentes del poder económico y político expresan su inquietud. «Podemos perder medio año en España hablando sólo del Estatut -señala Durán Lleida , secretario general de Convergencia i Unió--del mismo modo que en Cataluña llevamos año y medio hablando de lo mismo y sin que la Generalitat funcione». Durán admite una pérdida de prestigio de la clase política por esa distracción de los asuntos que preocupan a la ciudadanía. Ahí está la pérdida de empleos en SEAT, o las dificultades de algunas firmas catalanas en el mercado español por el boicot alimentado por algunos medios de comunicación. Las durísimas sesiones parlamentarias de las dos últimas semanas -en el Congreso, el estatuto catalán, y en el Senado por el debate con los presidentes de comunidades autónomas- han dejado una sensación inquietante: no hay capacidad de pactar nada, ni siquiera lo ya acordado, y hasta peligra el Estatuto de Autonomía valenciano inicialmente consensuado por populares y socialistas. «En este país, cada día que pasa se echa más en falta a la UCD de Suárez y de Martín Villa», señalaba a La Voz, Santiago Carrillo . Lo nuevo de la situación es que voces empresariales se suman, de momento en privado, a ese diagnóstico, alarmados por la situación que atribuyen a las torpezas de unos y a la deriva ultraderechista de otros. «Sería deseable para España, en especial para el clima social y económico, que se recuperara el espíritu de consenso que hizo posible tantas cosas positivas desde la recuperación de la democracia», señala Joaquín Almunia , comisario europeo de Economía. Almunia, que visita España cada quince días, aprecia en cada viaje el constante incremento de presión en la caldera política. Y confesaba a La Voz el viernes que había pedido a unos amigos, que lo invitaban a comer ayer en el centro de Madrid, un cambio de restaurante para alejarse de la manifestación del PP y de los obispos. Cuando en un país, un político socialdemócrata y moderado se tiene que alejar por prudencia de una protesta convocada por la Iglesia algo va mal. O puede terminar muy mal. Referéndum Ciertamente, la situación puede empeorar. Si no se reforma el Senado o cualquier otro ámbito de la Constitución, llevar a referéndum el único punto de acuerdo relativo a que una mujer pueda ser jefe del Estado es convocar de hecho un referéndum sobre monarquía o república. Aplazar esa reforma significa que si los Príncipes de Asturias tienen otro hijo y es varón, la infanta Leonor ya no sería heredera, en contradicción con el espíritu de igualdad de género que impregna las nuevas leyes en España. La polémica quedaría servida y de nuevo se entraría en un debate estéril, innecesario y quien sabe si arriesgado. El banquillo se mueve Con esa partida feroz entre los dos grandes partidos, la previsión de que haya víctimas parece realista. O Zapatero , o Rajoy caerán si no consiguen gobernar después de las próximas elecciones. Y para esa eventualidad algunos ya aprecian movimientos en el banquillo. Luis María Ansón, por ejemplo, interpreta cada gesto de José Bono como si estuviera de precampaña electoral para el liderazgo del PSOE que un desconocido Zapatero le arrebató por nueve votos. , por su parte, comenta que «resulta por lo menos llamativo que Bono no acudiera al Congreso en la parte del debate que intervinieron Carod Rovira , Manuel de Madre y Artur Mas, y que, a esas horas, estuviera en Galicia con Anxo Quintana . No hay que perderse esa fotografía». Del mismo modo, algunos creen ver en la intensa actividad pública de Esperanza Aguirre una aspiración a suceder a Mariano Rajoy en cuanto sea posible. Esta semana en el Senado, se ha interpretado que Aguirre se erigió en portavoz de los populares frente a Zapatero del mismo modo que Rajoy lo había hecho una semana antes en el Congreso. Su discurso poco tuvo que ver con Madrid, que debía ser lo suyo. Incluso logró fotografiarse con el presidente en los pasillos para ocupar páginas de periódico en detrimento de otros presidentes autonómicos del PP. En ese clima tenso, sólo la hipersensibilidad reinante ha podido magnificar el hecho de que Rajoy convocara una rueda de prensa en los pasillos del Senado mientras el presidente del Gobierno interviene en el pleno. Ese gesto de descortesía parlamentaria evidente, que sorprende en un político de su altura, ha sido interpretado como una expresión de preocupación de Rajoy: bien porque Zapatero tuvo en el Senado mejor discurso que en el Congreso -anunció al PP que su guerra contra el estatuto catalán terminará como el episodio de las armas de destrucción masiva en Irak- o, en opinión de otros, por el exceso de protagonismo de Esperanza Aguirre.