Los vecinos se alejaban de los edificios por miedo a nuevos derrumbes
12 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.«Todo el mundo está en la calle; hay mucho miedo y destrozos». Lorca se convirtió en la tarde de ayer en un escenario de pánico y desastre. El miedo y, sobre todo, la incertidumbre se apoderaron de los cerca de 100.000 habitantes de la tercera ciudad de Murcia. Tras el primer movimiento sísmico, miles de vecinos se echaron a la calle. Pero lo peor vino con el segundo terremoto, de aún mayor intensidad, que acabó por destrozar numerosos edificios. «Parte del techo de mi casa se ha venido abajo», decía Pedro por teléfono, sin poder contener el nerviosismo.
Automóviles aparcados en las calles quedaron completamente aplastados por partes de edificios desprendidas. Tejados y cornisas se fueron abajo. Las carreteras se agrietaron. Y miles de personas, a las que los seísmos sorprendieron en su casa o en el trabajo, se lanzaron a las calles ante el temor a derrumbes. El pánico a otro terremoto era grande. Nadie sabía lo que podía pasar.
Los servicios de emergencias pidieron a los habitantes de Lorca que no entrasen en sus casas y que se dirigieran a parques y plazas para evitar el peligro de los desprendimientos. Las autoridades habilitaron el recinto ferial de la localidad para que unas 10.000 personas pudieran pasar allí la noche.
Así que muchos lorquianos se armaron de mantas y ropa de abrigo para pasar la noche al raso, lejos de cualquier edificio. Los vecinos deambulaban de un lado a otro, cargados de mochilas y pequeñas bolsas de viaje con alimentos, a la búsqueda de lugares seguros. «Aquí no puede caerme nada encima», decía María, que se fue a dormir a un campo cercano a Lorca por temor a las réplicas.
En los corrillos improvisados, la gente se desahogaba narrando sus experiencias. «Hemos notado un gran temblor, todo moviéndose y una pared resquebrajándose», relataba un médico de uno de los hospitales de Lorca, que tuvo que ser desalojado parcialmente. «Mi mujer ha visto cómo caía la torre de la iglesia», contaba otro vecino.
«La situación es de caos y desastre generalizado», reconocieron fuentes de la Delegación del Gobierno en Murcia. «El muerto podría haber sido yo», decía nervioso uno de los vecinos del barrio de Las Viñas, una de las zonas más afectadas por los terremotos, en la que un joven murió al caerle encima parte del tejado de un edificio.