Rubalcaba deberá reinventarse como político de izquierdas, desmarcarse de Zapatero y acercarse al 15-M sin asustar al electorado de centro
10 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Rubalcaba se enfrenta al reto de aparecer como una alternativa distinta, eficaz y de izquierdas habiendo sido el número dos del Gobierno que protagonizó el mayor recorte social de la democracia y con un pasado de político pragmático y no ideologizado. Sus propuestas son difíciles de articular legalmente, por lo que deberá concretarlas.
En su dilatada carrera política no se ha caracterizado por representar a la izquierda del PSOE. En el pasado fue un felipista renovador enfrentado al sector guerrista, más izquierdista. Ha sido siempre mucho más un pragmático que un ideólogo. El giro parece más bien un movimiento táctico populista, porque quizá es el único posible para tratar de ganar las elecciones o minimizar la derrota. Aunque corre el riesgo de asustar al electorado de centro.
Elevar la moral de un partido noqueado y desmotivado tras el desastre electoral del 22-M y lanzar mensajes para recuperar al electorado progresista que se ha ido y convencer al que duda en volver a votar al PSOE, temeroso del tsunami del PP. Principalmente se dirigió a los jóvenes, los parados, los desencantados de la política y el 15-M, sin olvidar a las mujeres.
No hay que olvidar que lo apoyan el 70 % de los ciudadanos.
En primer lugar, situó en su punto de mira a los bancos, los mercados, los especuladores y los corruptos. Abogó por cambiar el sistema electoral para asemejarlo al modelo alemán, propugnó la eliminación de los paraísos fiscales y la introducción de una tasa solidaria a las transacciones. Todas ellas son banderas del 15-M.
Es consecuencia del descrédito creciente de la clase política, considerada el tercer problema por los españoles y denunciada por los indignados. Ayer no citó a Rajoy ni una sola vez, y al PP, solo para decir que no era el enemigo, sino el adversario. Pero también reivindicó la política como forma de cambiar las cosas. Mantener ese discurso en la campaña le será casi imposible.
Es su gran reto y prácticamente supone la cuadratura del círculo. Rubalcaba ha dicho que sabe cómo crear empleo, pero ayer apenas esbozó una serie de propósitos de intenciones sin apenas contenido. Además, ¿por qué el Gobierno no ha puesto en práctica su fórmula? Con habilidad y dramatismo recordó que Zapatero se vio obligado a inmolarse cuando cambió totalmente la política económica para evitar que a España le sucediera lo que a Grecia. Su argumento es que la situación es distinta, pero la subida de la prima de riesgo, la amenaza constante de los mercados, el paro y el débil crecimiento muestran que la situación sigue siendo crítica.
Será inevitable que surjan roces y disfunciones. Ya los hubo cuando el ministro Valeriano Gómez abogó por subir la fiscalidad a los directivos de la banca, después de que Rubalcaba la criticara. La propuesta más novedosa de ayer, que una parte de los beneficios de la banca vayan a la creación de empleo, contiene una contradicción. ¿Por qué el Gobierno no la lleva ya a la práctica? Rubalcaba dijo que se hará «muy pronto», cuando se termine la reestructuración de las cajas y la banca. ¿Por qué, si es tan urgente crear empleo, no exigírselo ya a las entidades que tienen beneficios astronómicos?
El análisis
¿Es creíble el giro a la izquierda?
¿Cuál ha sido el objetivo de su discurso?
¿Por qué hizo tantos guiños al 15-M?
¿Por qué insistió en desechar la crispación?
¿Podrá desmarcarse de Zapatero y los casi cinco millones de parados?
¿Le creará problemas la bicefalia?