Una semana después del comunicado de ETA, noticia que desató la euforia y las lágrimas en el País Vasco, los partidos vascos, pese a que participaron de esa alegría, se muestran incapaces de ponerse de acuerdo en cómo celebrar algo que esperaban desde hace décadas. Todos, o casi todos, admiten que hay que buscar cauces para que los ciudadanos y las instituciones exterioricen su satisfacción, pero todas las propuestas sobre la mesa terminan en fracaso total o parcial.
El lendakari Patxi López tenía previsto convocar el próximo sábado concentraciones a las puertas de los ayuntamientos para festejar el fin de ETA, pero no lo va a hacer ante las ausencias advertidas por varios partidos. Iban a ser concentraciones sin lemas ni discursos, para evitar susceptibilidades, pero aun así Bildu -coalición que agrupa a la izquierda aberzale, Eusko Alkartasuna y Alternatiba- se desmarcó y el PNV comunicó que no debían celebrarse actos si no eran unitarios. Los socialistas culpan al PNV de «mirar de reojo» siempre a Bildu, y los nacionalistas aseguran que ellos están dispuestos a celebrar el fin de ETA, pero insinúan que quizá sea López quien ha provocado la división por precipitación o afán de protagonismo.
El consenso tampoco fue posible ayer en el Parlamento vasco. Allí, el desmarque lo protagonizó el único diputado de UPyD. Lo que pretendía ser una declaración de la Cámara sobre el fin de ETA se quedó en una declaración apoyada por PSE, PNV, PP y EB-IU. UPyD exigía una disolución incondicional y una paz con vencedores y vencidos.
Por su parte, el presidente del PNV, Íñigo Urkullu, fue ayer duro con el entorno radical al afirmar que, tras años de dolor, «hay que desterrar cualquier beneficio de duda sobre si ETA o la izquierda aberzale han vencido; han fracasado, solo han llenado cementerios y cárceles; no han logrado nada, y tras 34 años vienen al terreno en el que siempre hemos estado otros. Bienvenidos sean, pero los conversos, a la cola», reprobó tajante.