Será más transparente e informará de la agenda privada del rey y su hijo
20 abr 2012 . Actualizado a las 10:02 h.La histórica disculpa del rey marca un antes y un después en el futuro de la monarquía española. El rey reconoció su error y se comprometió a que no volverá a ocurrir, tras sufrir la mayor avalancha de críticas desde que accedió al trono en 1975. La Zarzuela aprovechará esta grave crisis y partirá del gesto real para hacer algunas modificaciones que frenen y luego reviertan la alarmante pérdida de imagen que ha sufrido la familia real en los últimos meses, con dos hitos, el caso Urdangarin y el viaje del rey a Botsuana en medio de una devastadora crisis económica. Un deterioro que ha debilitado también a la propia monarquía constitucional.
Fuentes de la Casa Real confirmaron ayer ese cambio de rumbo que se concretará en dos líneas principales. Por un lado, avanzar en la transparencia de la institución después de que a finales del año pasado, y a raíz del escándalo del yerno del monarca, diera el paso de rendir cuentas por primera vez, publicando las cifras globales de su presupuesto, que ascendía a 8,4 millones de euros.
Por otro, dar más información de la agenda privada del monarca, así como del príncipe de Asturias, aunque solo en líneas muy generales. El rey siempre ha defendido que su agenda privada no debía desvelarse por motivos de seguridad y por su derecho a la intimidad durante su tiempo libre. Pero tras la polémica desatada, se dará a conocer el lugar donde se encuentra, aunque en ningún caso las personas que le acompañan o las actividades que va a realizar. No habrá más viajes como el lujoso safari a Botsuana, invitado por un millonario saudí, que solamente conocía el Gobierno por motivos de seguridad, pero era secreto para el resto. Se considera que imágenes como esas son muy negativas cuando muchos ciudadanos están viviendo momentos dramáticos y desentonan con los llamamientos reales a los sacrificios y la austeridad.
También se quiere dar más relevancia al papel institucional del rey que consagra la Constitución, limitar sus gestiones privadas y mantener mayor discreción con sus amistades personales, aunque no esté dispuesto a renunciar a ninguna de ellas.