Los agentes centran sus pesquisas en cuatro barrios de Madrid y en la localidad de Rivas
05 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.La Brigada Provincial de Información de Madrid intensificó ayer la búsqueda del marroquí que radicalizó a los presuntos yihadistas detenidos en Madrid y a otros miembros de esta célula, que tenía en su poder un Kalashnikov y diversas armas cortas. Un arsenal, según relató en uno de sus autos el juez Santiago Pedraz, que tenían la intención de usar para «cometer una grave acción delictiva de carácter terrorista» en la capital. Los agentes creen indispensable llegar hasta este imán (al que el juez describe en sus autos como una persona «con mucha influencia sobre la comunidad musulmana» del barrio de Vicálvaro) para conocer la envergadura del grupo al que pertenecían los dos únicos encarcelados por el momento, Edrisa Ceesay Sanuwo y Samir Sennouni Mouh.
Los servicios antiterroristas confían en que este imán les acerque a nuevas identidades de radicales del círculo de La Cabaña, la chabola en la que se reunía la célula todavía no desmantelada por completo y a la que Edrisa ya acudía en el 2013, cuando este joven de origen gambiano colgaba en su perfil de Facebook fotos hechas allí con sus amigos. A veces, un tanto desconcertantes, con bromas y piezas sobre el Islam que podrían pertenecer a cualquier chaval musulmán.
Los investigadores sospechan que el AK-47 y las pistolas con las que los detenidos se grabaron en vídeos amenazantes están todavía en poder del «círculo cercano» a Ceesay y Senouni, a los que se consideraría una parte «secundaria» del grupo que pretendía atentar en Madrid bajo la bandera negra del Estado Islámico. Traficaban con drogas para conseguir dinero para las armas.
La Brigada de Información centra sus pesquisas en los barrios madrileños de Moratalaz, Vicálvaro, Valdebernardo y Vallecas, y en el cercano Rivas Vaciamadrid. De acuerdo con las últimas investigaciones, la célula yihadista, además del fusil de fabricación rusa que tenía ya en su poder, intentó en octubre comprar, al menos, dos Kalashnikov más, además de granadas y munición.
Una joven promesa del fútbol
A veces, las vidas se tuercen como la de Edrisa Ceesay. A sus 18 años es alto, fuerte y se le da bien el balón. Hace solo dos años, su padre lo llevaba martes, jueves y viernes a entrenar al Club Deportivo Nuevo Palomeras, en Vallecas. Jugó 19 partidos. El míster lo había puesto de nueve. Peleaba cada entrenamiento como si fuera la final de la Champions. Sus compañeros eran entonces sus hermanos. Pero algo se torció y dejó de ir. El presidente del club y entrenador, José Manuel Moreno, dice que valía para el fútbol, pero perdió el entusiasmo. Y es que el fútbol es uno de los demonios del Estado Islámico.