La declaración de Rajoy en el juicio de la Gürtel dispara la tensión en el PP

ramón gorriarán MADRID / COLPISA

ESPAÑA

BENITO ORDOÑEZ

Los populares reconocen que la imagen de su líder en la misma sala que Bárcenas y Correa es un golpe

24 jul 2017 . Actualizado a las 13:59 h.

La declaración de Mariano Rajoy como testigo en el juicio del caso Gürtel de este miércoles es uno de los peores tragos que va a pasar el PP en los últimos años. Aunque de puertas para afuera los populares tratan de minimizar el impacto de la imagen, dentro del partido la tensión es máxima. Así lo reconocen en privado sus dirigentes, no tanto por lo que pueda decir el presidente del Gobierno -«que va a aportar muy poco», según el coordinador del partido, Fernando Martínez Maíllo-, sino por la inevitable asociación de Rajoy con la corrupción y las nefastas consecuencias políticas que conlleva.

El presidente del Gobierno siempre ha dicho que su relación con el jefe de la trama Gürtel, Francisco Correa, fue inexistente porque apenas le conocía y apenas le había visto «alguna vez» por la sede nacional del PP, en la calle Génova de Madrid. Es más, desde la dirección inciden siempre en que fue Rajoy el que en el 2004 ordenó que se dejara de contratar a las empresas de Gürtel. Correa dio otra versión en el juicio y sostuvo que la ruptura no se debió a diferencias con Rajoy, sino a que su grupo empresarial contrató a Antonio Cámara, exsecretario de José María Aznar, que tenía «una relación fatal» con el líder del PP. 

La estrategia del PP: ignorancia

La estrategia de los populares pasa por mantener que su líder lo ignoraba todo de los manejos de Correa. «Podrían haber llamado a Rajoy o al papa de Roma para que diga lo que sabía, porque sabe lo mismo», llegó a decir el portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando. Pero es bastante probable que el presidente del Gobierno tuviera alguna relación con el jefe de la trama, porque fue el director de la campaña de Aznar para las generales de 1996 y el 2000, y en estas últimas el grupo de Correa se encargó de la logística de numerosos actos electorales. Además, Rajoy fue secretario general del partido entre septiembre del 2003 y octubre del 2004, antes había sido vicesecretario, y según dijo Correa en el juicio, la sede de la calle Génova era su casa, porque pasaba más tiempo allí que en su despacho.

El PP, pero sobre todo el presidente del Gobierno, tratan de enmarcar en «la normalidad» su citación y subrayan su voluntad de colaborar con la Justicia. Unas declaraciones que, sin embargo, casan mal con las maniobras procesales de sus abogados defensores, que han tratado por todos los medios, primero, de impedir su testificación y, después, de que en ningún caso fuera presencial.

Pero el problema para el PP no es lo que diga o deje de decir, es un problema político de imagen: que la ciudadanía identifique el partido con la corrupción, como constatan los sondeos.

Comparecerá en un acto público un día después para transmitir normalidad

Rajoy no dejará que la última imagen que quede en las retinas de los españoles antes de las vacaciones de agosto sea la de su declaración en la Audiencia. Es más, tiene previsto comparecer en público con normalidad al día siguiente y, otra vez, en una extensa rueda de prensa de balance del curso político, el viernes.

No siempre estuvo clara esa agenda. En su gabinete barajaron la idea de dejar el habitual examen del año para la semana próxima, pero finalmente ganó la idea de actuar con rapidez para restaurar la sensación de tranquilidad y asentar el mensaje de que aquí no ha pasado nada. Luego vendrá el descanso estival (condicionado por la ofensiva secesionista en Cataluña) y, como se demostró en agosto del 2013, cuando accedió a dar explicaciones sobre Bárcenas ante el Congreso, bajará el diapasón.

Rajoy cuenta con un buen paraguas para el jueves 27. A las 9 de la mañana se publicará la encuesta de población activa (EPA) correspondiente al segundo trimestre del año. Se espera que los datos de empleo sean muy positivos. En ese contexto, tiene previsto entregar al mediodía quince medallas de oro al trabajo, concedidas el 9 de junio por el Consejo de Ministros a diversas personalidades, deportistas y famosos. El viernes hará su análisis de la legislatura y se someterá a preguntas. Espera lograr así un efecto diluyente.