El perito de la familia discrepa de los forenses de cómo Ana Julia mató a Gabriel

La Voz REDACCIÓN

ESPAÑA

Imagen de archivo de Ana Julia, con el padre de Gabriel, en un acto de apoyo a la familia
Imagen de archivo de Ana Julia, con el padre de Gabriel, en un acto de apoyo a la familia Chema Artero | EFE

Dice que usó una «violencia intensa y extensa» frente a quienes hablan solo de asfixia

16 sep 2019 . Actualizado a las 21:34 h.

La acusación particular que ejerce la familia del pequeño Gabriel Cruz esgrimió este lunes el informe forense sobre el que fundamenta su petición de prisión permanente revisable para Ana Julia Quezada por el crimen de Rodalquilar (Níjar, Almería). Una prueba pericial médica que sostiene que hubo ensañamiento por parte de la mujer, ya que el cuerpo del niño sufrió una violencia «extensa e intensa» antes de su muerte. Los peritos sostienen que esta prueba, examinada en una sesión a puerta cerrada, es el núcleo del juicio que se sigue en Almería, y que alcanza este martes su última sesión con la lectura de los informes finales de acusaciones y defensa y el turno de última palabra de Ana Julia, la asesina confesa.

La sesión volvió a poner de relieve la parte «más cruda» de este proceso judicial, y que determina precisamente que Quezada sea acusada de homicidio, como pide su defensa, o de asesinato con ensañamiento y premeditación. De hecho, el abogado de Quezada subrayó al término de la jornada que es «comprensible» que la acusación busque un relato de los hechos «escabroso, dramático y terrible», pero mantuvo su confianza en la autopsia oficial, que, según dijo, «coincide mucho más con lo sucedido allí aquel trágico día».

No «banalizar»

Ambos informes coinciden en que la asfixia fue la causa de la muerte, pero según el forense de la familia Cruz, establecer como motivo una simple asfixia supondría «banalizar lo ocurrido, una banalización que no es razonable y no es lógica». La principal discrepancia entre estas periciales radica en la presencia de hematomas en el cráneo del niño de ocho años. En concreto, «varios traumatismos sobre la zona craneal» que indican «golpes repetidos sobre una superficie plana como pared o suelo», pudiendo deberse, según subraya, «al propio mecanismo de sofocación. Unos edemas que la primera autopsia, la oficial, atribuye al choque con una superficie plana, pero que según la acusación muestra que el niño se quedó en situación de inconsciencia y que, como ya relató el abogado en la primera sesión del juicio, ponen de relieve que el niño no murió de inmediato y que Quezada, antes que atenderlo o llamar a los servicios de emergencias, lo dejó agonizar para luego terminar con su vida.

El abogado de la acusación particular, Francisco Torres, ha admitido que «no coinciden en casi nada» con el informe de los forenses del Instituto de Medicina Legal de Almería y en el que basa su calificación del crimen como un asesinato con alevosía la Fiscalía. Ha añadido que en el informe del médico internista Nicasio Marín está toda su «discrepancia» con el relato realizado por la fiscala Elena María Fernández.

Junto a los forenses, los nueve miembros del jurado tuvieron además la oportunidad de evaluar los informes de los peritos del servicio de atención a las víctimas con los padres de Gabriel, a fin de estimar el daño psicológico infligido no solo por la muerte de su hijo, sino también por los días de búsqueda en que Quezada estuvo junto a ellos intentando desviar las sospechas sobre ella.