El adiós de Pablo Iglesias: 450 días en boca de todos haciendo oposición desde el Gobierno
ESPAÑA
El líder de Unidas Podemos se despide del Ministerio de Derechos Sociales con una sola ley aprobada, sin haber pisado una sola residencia de ancianos, teniendo polémicos rifirrafes con varios miembros del Ejecutivo y culpando a los medios de buena parte de sus males
30 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.El matrimonio de conveniencia entre Sánchez e Iglesias ha durado poco. Entre el 7 de enero del 2020, en el que fue proclamado vicepresidente segundo del Gobierno de coalición, y este 30 de marzo, en el que hace efectivo el doble salto mortal al vacío de dejar el Ejecutivo para intentar disputarle a Ayuso la Presidencia de la Comunidad de Madrid, han pasado 448 días. En menos de 15 meses Iglesias ha elevado a la máxima expresión su auténtico placer: estar en boca de todos haciendo oposición al Gobierno desde el propio Consejo de Ministros.
El líder de Unidas Podemos pasó en poco tiempo de ser el político que no dejaba dormir a Sánchez y con el que este «nunca» formaría Gobierno, a protagonizar una reconciliación exprés 48 horas después de las elecciones del 10N del 2019, con ese fotografiado abrazo entre ambos. En este período se han sacado adelante, entre otras medidas, el ingreso mínimo vital, la subida del salario mínimo, la suspensión de los desahucios y la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. Pero no todo ha sido un camino de rosas.
Iglesias se despide del Ministerio de Derechos Sociales con una sola ley aprobada, sin haber pisado una sola residencia, teniendo polémicos rifirrafes con varios miembros del Gobierno y culpando a los medios de buena parte de sus males.
MARZO DEL 2020
Señala al ministro de Justicia como «machista frustrado». Las discrepancias entre el PSOE y Podemos por la ley de libertad sexual evidenciaron uno de los primeros encontronazos del Gobierno al insinuar Iglesias que el ministro de Justicia es un «machista frustrado».
SEPTIEMBRE DEL 2020
Fuerte discusión con Sánchez por la «huida» del rey emérito. Iglesias se entera por la prensa de la «huida» de España del rey emérito y mantiene una fuerte discusión con el presidente. Los roces entre Podemos y el PSOE por el papel de la monarquía, de la que Iglesias dice que solo la defienden «los retrógradas», han sido permanentes.
ENERO DEL 2021
Compara la fuga de Puigdemont con los exiliados del franquismo. Otro de sus choques dentro del Gobierno fue considerar al expresidente catalán Puigdemont como un exiliado. Su declaración levantó ampollas en toda la izquierda.
FEBRERO DEL 2021
Afirma que en España «no hay una plena normalidad democrática». Sánchez replicó a su vicepresidente en varias intervenciones que en España «sí hay plena libertad democrática».
MARZO DEL 2021
Se despide del Congreso anunciando una querella al PP por «comprar diputados». Iglesias confirmó en una bronca sesión en el Congreso que dejaba su escaño. En su última y áspera intervención parlamentaria se despidió con un «hasta pronto».
El último golpe de efecto de Iglesias
Protagonizó una de las semanas más infartantes al renunciar a ser vicepresidente
Miguel Ángel Alfonso
Las alarmas saltaron en la sede de Unidas Podemos cuando el pasado 10 de marzo Isabel Díaz Ayuso convocó elecciones en la Comunidad de Madrid con el argumento de que así evitaba una moción de censura como la que PSOE y Ciudadanos acababan de registrar en Murcia. Sin candidatos de peso, con unas encuestas internas que auguraban resultados próximos al 5 % de los votos -cifra mínima para obtener representación parlamentaria- y con un historial de «derrotas sin paliativos» en casi todos los recientes comicios autonómicos (a excepción de Cataluña, donde en Comú Podem resistió el 14F igualando su representación de ocho diputados), Pablo Iglesias decidió protagonizar una de las semanas más infartantes que recuerda la política española al renunciar a ser vicepresidente en el Gobierno y postularse como cabeza de lista de su formación en la Comunidad.
El inesperado movimiento sorprendió a militantes y dirigentes de Podemos -«estamos en shock», aseguraban aquel día en el partido-, y también dejó «chocados», como reconoció el viernes la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, al ala socialista del Gobierno. Solo Pedro Sánchez había sido informado por el propio Iglesias poco antes de que este comunicara su decisión a través de un vídeo en las redes sociales.
La estrategia se había fraguado en solo 72 horas y, en un principio, parecía una pirueta más del líder del partido morado, pero en juego había mucho más: la supervivencia de Unidas Podemos. En medio de un «silencio estratégico», Iglesias y su núcleo duro se afanaron en buscar un candidato a la altura de las graves circunstancias. Fueron horas frenéticas entre el 10 y el 13 de marzo.
Isa Serra, el rostro más conocido de la formación en Madrid y coportavoz del partido, está condenada por participar en los altercados de un desahucio en el 2014. No tardó en llamar al líder del partido morado para alertarle sobre su situación, que este ya conocía de sobra. «Tío, me van a inhabilitar», le comunicó con amargura. En ese momento, Iglesias ya había sondeado al ministro de Consumo, Alberto Garzón, y al diputado y secretario general del PCE, Enrique Santiago, pero no obtuvo el sí de ninguno.
Solo quedaba una opción, la más audaz, para salvar los muebles. El nuevo candidato revistió su decisión en un aura de cruzada contra «la ultraderecha» que se materializará, según sus cálculos, en un pacto entre PP y Vox en la Comunidad tras el desplome de Ciudadanos. Pero hay razones más prosaicas. Madrid es la comunidad que vio nacer a Podemos en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense, cantera de la que salieron casi todos sus fundadores. «Perder la representación en Madrid supondría un golpe casi inasumible», reconocen en el partido. Una debilidad de la que, de producirse, tomarían nota en el PSOE, su socio de coalición, para lo que resta de legislatura.
La pugna con Errejón
Otro de los frentes abiertos es la pugna con Más Madrid, partido liderado por el otrora mano derecha de Iglesias, Íñigo Errejón, cuya relación se enturbió en la tormentosa asamblea de Vistalegre 2, en el 2017, por sus visiones distintas del rumbo del partido. En Madrid, los «errejonistas» superan a Podemos, aunque las encuestas más recientes ya reflejan el impacto de la decisión del líder del partido morado y las distancias se han acortado y hasta igualado en algún sondeo. La izquierda concurrirá, una vez más, dividida en tres listas. Una fractura que, según los expertos, puede salir rentable.
Un colaborador cercano a Iglesias recuerda que los golpes de efecto son parte de su forma de hacer política. «Puso a disposición de los inscritos su cargo y el de Irene Montero cuando compraron la casa en Galapagar. Eso fue brutal», dice. También estuvo dispuesto a renunciar a la Vicepresidencia durante las negociaciones con el PSOE en el verano del 2019 para formar Gobierno tras el 28A. El órdago continúa.