Los socialistas prevén relevos en el partido y una gran remodelación del Ejecutivo para hacer frente al cambio de ciclo que despuntó el 4M
05 jul 2021 . Actualizado a las 10:29 h.Pedro Sánchez tiene en los próximos días otro motivo para contener el aliento y esta vez no obedece a cuestiones exógenas. Las primarias para elegir el candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía han pasado casi inadvertidas en el resto de España pero en el PSOE se contemplan como un hito determinante. Lo que ocurra el próximo domingo 13 de junio entre Susana Díaz y Juan Espadas, el candidato de Ferraz, puede afianzar o, por el contrario, convertirse en la primera señal interna de declive de un liderazgo que el secretario general de los socialistas ha ejercido de manera cesarista desde su victoria frente a la expresidenta de la Junta en el 2017.
El presidente del Gobierno decidió avalar la batalla que los eternos detractores de Díaz llevaban tiempo reclamando convencido de que había ya suficiente masa crítica como para descabalgarla del cargo heredado de José Antonio Griñán en el 2013 y de que, dicen en la dirección, el partido necesitaba un revulsivo para poder hacer frente en los siguientes comicios al actual presidente autonómico, el popular Juanma Moreno, muy consolidado según las encuestas.
Antes de dar su visto bueno a la ofensiva, sin embargo, el presidente trató de disuadir por las buenas a Susana Díaz para que se echara a un lado. En vano. En el fragor de la campaña, ella ha llegado a insinuar esta semana que era víctima del machismo y que a otros dirigentes hombres se les ha permitido seguir en el cargo aun después de haber perdido los comicios. La acusación suena para sus críticos a movimiento desesperado.
Dan por hecho el triunfo de su candidato, el alcalde de Sevilla, aunque admiten que quizá no sea tan contundente (más del 50 % de los votos) como para evitar una segunda vuelta el 20 de junio.
En la dirección del PSOE creen obvio que el tiempo de Díaz ha acabado pero, no obstante, mantienen cierta cautela. Todos los preparativos para el Congreso federal del próximo otoño y los relevos que se pretendían auspiciar, a continuación, en distintos territorios han quedado «en suspenso» hasta conocer el desenlace andaluz. Dependiendo de lo que pase, Sánchez tendrá más o menos fuerza para imponer sus preferencias, según reconocen.
Esa es otra de las razones por las que el 13J se prevé clave para ayudar a salir del bache anímico de las elecciones madrileñas.
Retomar la iniciativa
Los socialistas reconocen que desde la debacle que sufrieron el 4 de mayo frente a Isabel Díaz Ayuso se ha instalado una poderosa sensación de cambio de ciclo, que Sánchez ha perdido la «magia» que le acompañó en el principio de su mandato y que el rechazo que genera supera a las adhesiones. Las encuestas recientes no ayudan precisamente a ver el vaso medio lleno. No solo es que ya hayan asumido que el PP absorberá, como ocurrió en Madrid, todo el voto de Ciudadanos, lo que le puede ayudar a sumar en torno a 20 escaños, también temen que sea capaz de hacerse con un 4 o 5 % de su propio electorado. Y aún falta por ver el efecto que pueda tener la concesión de los indultos a los condenados del procés.
En el partido viven convencidos, desde hace meses, de que el presidente tratará de recuperar la iniciativa política perdida no ya con cambios en la ejecutiva federal y en las direcciones de territorios como Madrid y Galicia, por citar los más evidentes, sino en el propio Gobierno. No en vano, cada vez que se ha visto obligado, en lo que va de legislatura, a acometer relevos —por la participación de Salvador Illa en las catalanas de febrero, primero, y por la de Pablo Iglesias en las madrileñas, después— desde la Moncloa se ha alimentado también esa idea de que los cambios de calado vendrán una vez pueda considerarse que ya se ha pagado el precio de las decisiones más gravosas de la legislatura. La conjunción de varios elementos —las primarias andaluzas; los indultos que se esperan para finales de mes o primeros de julio; la inmunidad de rebaño fruto de la vacunación masiva, prevista para agosto, y la entrega de la primera remesa de los fondos europeos, 9.100 millones de euros en la segunda mitad de julio— han acrecentado en las últimas horas los rumores de que la remodelación está más cerca de lo inicialmente previsto (que era a la vuelta del verano) y de que ha llegado el momento de darle la vuelta a un equipo que, grosso modo, se mantiene invariable desde junio de 2018, cuando se ganó la moción de censura a Mariano Rajoy.
El presidente, que siempre ha hecho ver a sus colaboradores su baja tolerancia con las filtraciones incontroladas, lanzó en todo caso un aviso a través de la Secretaría de Estado de Comunicación a última hora del jueves, en el que si bien no negó la mayor, recordó que solo él tiene autoridad para hablar de una crisis de Gobierno y ejecutarla.
La reducción de carteras marcará el alcance de la renovación
Solo Nadia Calviño, Margarita Robles y Yolanda Díaz obtienen un aprobado en la consulta del CIS sobre la valoración de los integrantes del Consejo de Ministros
El último examen a los ministros por parte de los españoles está recogido en el sondeo del CIS correspondiente al mes de marzo de este mismo año. Aunque el panorama político ha cambiado mucho en los últimos cien días, las notas de la mayoría de ellos no han mejorado. Solo tres aprobaban entonces a ojos de los contribuyentes —Nadia Calviño, Margarita Robles y Yolanda Díaz— y once, la mitad del gabinete, se quedaban en un cuatro o menos.
El acuerdo de coalición
Un quinto, de Podemos. Pedro Sánchez tampoco tiene las manos libres del todo para poder llevar a cabo la remodelación que impulse su recuperación política. El acuerdo de coalición suscrito con Pablo Iglesias fija que el reparto de carteras entre el PSOE y Unidas Podemos será proporcional a su representación. Los morados ocupan un quinto de los cargos. Por eso, en una teórica reducción de carteras, la salida de un ministro de UP llevaría aparejada la de cuatro socialistas. Las cuatro vicepresidentas, José Luis Ábalos e Irene Montero, en su condición de representante del legado de Iglesias en el Consejo de Ministros, parecen intocables.
Los recién llegados
Iceta, Darias y Belarra. Las salidas de Salvador Illa y Pablo Iglesias del Gobierno para competir en Cataluña y Madrid provocaron los primeros cambios de Sánchez en este mandato, que difícilmente serán revocados. Ione Belarra es además la sucesora designada por Iglesias en Podemos e Iceta se presume como un elemento clave en la estrategia del PSOE en Cataluña. Carolina Darias pasó desapercibida en Administraciones Públicas, pero lleva apenas cinco meses en Sanidad y difícilmente saldrá mientras siga la lucha contra la pandemia.
LOS INÉDITOS
Castells, Garzón, Duque, Maroto, Planas y Uribes. En las hipótesis de trabajo de los conocedores de las entrañas de la Moncloa, los principales candidatos a dejar el puesto son aquellos con menor peso en el Gobierno por el escaso empaque de sus áreas o por su falta de pujanza. Manuel Castells (Universidades) y Alberto Garzón (Consumo) se repartirán un puesto en el caso de que se reduzca la cuota de Unidas Podemos. En las filas socialistas, Pedro Duque (Ciencia), Luis Planas (Agricultura) y José Manuel Rodríguez Uribes (Cultura) han tenido un papel secundario, pero su futuro dependerá de los encajes que necesite Sánchez en la reorganización del equipo. Duque ya intentó salir, sin éxito, para presidir la Agencia Espacial Europea, como Reyes Maroto (Industria) hacia la Comunidad de Madrid. Uribes no ha cuajado como gestor cultural y Planas parece más consolidado por su agenda internacional.
Los más castigados
Escrivá, Marlaska, Celaá. Señalar los relevos será la parte más complicada de la renovación que planea el presidente, porque significará reconocer que su gestión ha sido insuficiente. Grande-Marlaska quedó especialmente marcado por sus enfrentamientos con la Guardia Civil, la polémica de las amenazas a políticos y su pésima gestión del temporal Filomena. Escrivá se ha convertido en un elemento de discordia con Unidas Podemos por su plan para reformar las pensiones, mientras que Isabel Celaá ha sacado adelante su ley de educación sin apenas consenso y ya perdió su protagonismo al ser relevada como portavoz por María Jesús Montero.
El PP quiere que se vayan todos los ministros «porque son una panda de mentirosos»
La crisis de Gobierno, de momento, solo está en los medios de comunicación, pero el PP salió este viernes en tromba y coordinado a descalificarla antes de que se lleve a efecto. Su líder consideró que una remodelación ministerial sería una operación cosmética que no serviría para que el Gobierno enderece su rumbo porque «el problema es Pedro Sánchez». Pablo Casado señaló en Twitter que un cambio de ministros será insuficiente para «solucionar el caos» en que, a su entender, está sumido el Ejecutivo.
Más dura se mostró la portavoz de los populares en el Congreso, que calificó al Consejo de Ministros de «panda de mentirosos». Cuca Gamarra indicó que la renovación en el Gobierno de coalición se debería haber producido «hace mucho tiempo» porque su «incompetencia y falta capacidad es clara, manifiesta y rotunda». Es más, añadió, «se podría cambiar [el Consejo de Ministros] entero, empezando por su presidente, y así acabaríamos antes».
La solución para el Gobierno, terció el vicesecretario de comunicación, no consiste en «cambiar a un ministro o a otro» porque la situación del Gobierno no va a variar con una remodelación. El problema, subrayó Pablo Montesinos, «se llama Pedro Sánchez», y mientras no haya un relevo en la jefatura del Ejecutivo no habrá solución. «No hay crisis de Gobierno —añadió el portavoz— que vaya a hacer desfibrilar este Consejo de Ministros.
El PP sospecha que las informaciones sobre la crisis gubernamental que se supone que planea Sánchez no son más que otra cortina de humo para distraer la atención de los indultos a los presos del procés. Un argumento al que también han recurrido los populares para desvirtuar la imputación de la exsecretaria general de su partido, Dolores de Cospedal, en el sumario de la operación Kitchen.