La sombra de la corrupción lastra el cambio en el PP

Mateo Balín, Colpisa

ESPAÑA

La sede del PP en Génova
La sede del PP en Génova Alberto Ortega | Europa Press

Casado predicó una ejemplaridad de nuevo en cuestión por el contrato que salpica a Ayuso y las sospechas de espionaje

27 feb 2022 . Actualizado a las 19:33 h.

La gestión interna de un asunto sospechoso —el contrato de las mascarillas y el espionaje activado contra Díaz Ayuso— ha sido el detonante de la grave crisis que ha dinamitado la dirección nacional del PP. El partido prepara la salida de su presidente, elegido por vez primera en primarias en los 40 años de historia en la formación conservadora, con la sombra de la corrupción persiguiendo de nuevo a los populares.

La aparición en este embrollo de la agencia de detectives Grupo Mira, vinculada a seguimientos a otros dirigentes del PP; la figura en la sombra del exalto cargo del Ayuntamiento de Madrid Ángel Carromero y el presunto intento de utilizar una empresa municipal para abonar el trabajo «ilegal» de los detectives —acceder a los datos tributarios de Tomás Díaz Ayuso— acabaron por derribar la defensa de la cúpula genovesa.

La dirección del PP se vio desbordada por las filtraciones del entorno de la baronesa madrileña sobre los pormenores de la investigación iniciada contra ella. Casado y García Egea fueron incapaces de explicar las acusaciones que el primero lanzó en la Cope sobre un presunto tráfico de influencias en lo más crítico de la pandemia. Y sin ofrecer apenas resistencia, ambos claudicaron ante Díaz Ayuso —con un veterano de estrategia política como Miguel Ángel Rodríguez a sus espaldas— y la presión de los barones para atajar la crisis cuanto antes.

El conocido como MAR, jefe de gabinete de la presidenta de Madrid, proyectó el foco en los excesos de la investigación de Génova presentando a Díaz Ayuso como víctima de una caza de brujas por su intención de dirigir el partido en Madrid. El contrato de las mascarillas pasaba así a un segundo plano en detrimento de las graves acusaciones de Casado, que este, además, acabó archivando. Pero las sospechas han desembocado en una investigación de la Fiscalía Anticorrupción.

En aprietos

Los aprietos que atraviesan Díaz Ayuso por el contrato inspeccionado y el alcalde Almeida por el supuesto espionaje han triturado en la hora final de Casado su mensaje de regeneración en estos tres años y medio de mandato. Una presidencia que nació con la intención de infundir ejemplaridad entre sus cuadros tras los casos de corrupción heredados que habían lastrado la marca PP.

Casado no ha logrado desprenderse en este tiempo del lastre de la corrupción. Buscó un golpe de efecto en febrero del 2021, tras el batacazo en las elecciones catalanas, al anunciar que ponía en venta la sede de la calle Génova para romper con ese pasado. Un inmueble que ha sido protagonista por el pago de parte de su reforma con dinero de la «caja B» del extesorero Luis Bárcenas, según concluyó la Audiencia Nacional. Desprenderse de la sede fue la decisión más importante tomada por Casado en materia de regeneración, porque la línea de defensa del partido en los juicios de Gürtel, por ejemplo, aún mantenía que no existió una «caja B» en el PP. Antes de desatarse la guerra con Díaz Ayuso, el objetivo incluso era cambiar de edificio a lo largo de este año y cancelar la hipoteca pendiente de unos 12 millones. En general, el anuncio fue bien recibido por los dirigentes populares. Doce meses después, el «colapso» en el PP en el que Casado no logró neutralizar a Díaz Ayuso deja pendiente el discurso de la regeneración a la espera de Feijoo.