Muere Luis Roldán, exdirector de la Guardia Civil condenado a 31 años por corrupción

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOX

ESPAÑA

José Luis Corcuera, ministro de Interior, junto a Luis Roldán cuando este era director de la Guardia Civil, en 1990
José Luis Corcuera, ministro de Interior, junto a Luis Roldán cuando este era director de la Guardia Civil, en 1990 JULIO MUÑOZ

El primer jefe no militar del instituto armado acabó convertido en símbolo de los escándalos que marcaron el final de la etapa de Felipe González

24 mar 2022 . Actualizado a las 20:21 h.

Fue el primer director no militar de la Guardia Civil, estuvo a punto de ser ministro de Interior y terminó siendo el prófugo más buscado de España y el símbolo de la corrupción y el saqueo de las arcas públicas que acabó con la etapa de Felipe González. Luis Roldán Ibáñez (Zaragoza, 1943) murió este jueves víctima del cáncer en su ciudad natal tras pasar varias semanas ingresado en el hospital, y solo dos meses después del fallecimiento de su última esposa.

Afiliado al PSOE en 1976, comenzó su carrera como concejal socialista del Ayuntamiento de Zaragoza. Sin formación académica, se hacía pasar por ingeniero industrial y economista. Pero su perfil de seriedad y eficiencia lo llevó a ser nombrado delegado del Gobierno en Navarra en 1982, tras el triunfo del PSOE en las elecciones generales. La experiencia en un territorio acosado por ETA en los años del plomo y su fama de duro le dio en 1986 la oportunidad de dar el gran salto, cuando Felipe González lo nombró director general de la Guardia Civil. Y también en ese cargo se labró un notable prestigio.

Primero, en la modernización de los servicios de inteligencia del cuerpo y en la lucha contra el terrorismo, que desembocaron en 1992 en la captura de la cúpula etarra en la localidad francesa de Bidart. Y también, por las reformas en el cuerpo y los cambios introducidos como primer civil al frente de la institución.

Engañó al ministro Asunción

Pero, al tiempo que desarrollaba esa labor, se prevalía de ella para perpetrar uno de los mayores casos de corrupción de la historia de España. Según la investigación judicial, se apropió de más de 400 millones de pesetas de fondos reservados y obtuvo otros 1.800 millones desviando fondos destinados a adecentar casas cuartel de la Guardia Civil, muchas de ellas en estado deplorable en aquella época. Cobraba mordidas a los constructores a los que adjudicaba obras a dedo apelando a la seguridad y las recibía a través de un testaferro.

El desproporcionado tren de vida que mantenía en comparación con su sueldo oficial comenzó a hacerse público con investigaciones periodísticas que desvelaban un abultado patrimonio, que incluía entre otras muchas propiedades inmobiliarias dos chalés, una vivienda de más de 300 metros cuadrados en el madrileño Paseo de la Castellana, una finca de frutales en la Rioja y terrenos en Tarragona, además de dos mansiones en París y en las Antillas francesas. Todo administrado desde una sociedad opaca, Europe Capital S.L. La acción que más indignación suscitó en la sociedad española fue, sin embargo, que se llevara dinero de la Asociación Pro Huérfanos de la Guardia Civil.

Tras resistirse a dar crédito a lo publicado, el Gobierno acabó destituyendo a Roldán en diciembre de 1993. A la espera de la actuación de la Justicia, el Congreso creó una comisión de investigación. Pero Roldán no esperó ni al juez ni al Parlamento. Después de engañar al entonces ministro de Interior, Antoni Asunción, al que garantizó que respondería a cualquier requerimiento de la Justicia, huyó de España en abril de 1994. Algo que a Asunción, que aseguró tenerlo controlado, le costó el puesto.

En una huida llena de misterios, de la que nunca se conocerán todos los detalles, se ocultó primero en París gracias a la ayuda de Francisco Paesa, personaje novelesco y exespía que prestó servicios al Estado en la lucha contra ETA. El hombre más buscado de España permaneció diez meses oculto pese a que el Gobierno lo buscó por todo el mundo. Finalmente, fue supuestamente localizado en Laos, lo que luego se demostró como falso, y detenido el 27 de febrero de 1995 en el aeropuerto de Bangkok (Tailandia). Fue juzgado y condenado en 1999 a 31 años de cárcel por delitos de cohecho, falsedad en documento mercantil, malversación de caudales públicos, estafa y delito contra la Hacienda Pública.

Una fuga rocambolesca, el engaño de Paesa y un botín que nunca pudo ser recuperado

El que fue uno de los presos más famosos de España muere sin que haya sido posible recuperar más que una ínfima parte del botín que amasó con el saqueo de fondos públicos. El embargo de cuentas corrientes y la subasta de algunas de las propiedades que le fueron intervenidas permitió rescatar 1,6 millones de euros. El resto de la fortuna, que superaría según los cálculos los 10 millones de euros, continúa en paradero desconocido. Roldán, que salió definitivamente de prisión en marzo del 2010, después de cumplir 15 años de condena, aseguró en alguna entrevista que fue engañado por Paesa, que se habría quedado con todo su dinero gracias a una operación diseñada por el ministro de Justicia e Interior en el momento de su captura, Juan Alberto Belloch.

Pero lo cierto es que el propio Paesa, que llegó a simular su muerte publicando una esquela en diarios españoles, continúa también a día de hoy en paradero desconocido. La fuga de Roldán en 1994 constituyó uno de los golpes políticos más duros contra el Gobierno de Felipe González, que en aquella época se vio salpicado por numerosos casos de corrupción, aunque ninguno obtuvo la repercusión pública y mediática de la huida de todo un exdirector de la Guardia Civil.

Los «papeles de Laos»

Los esfuerzos del Ministerio del Interior por atraparlo desembocaron en una compleja trama internacional de la que todavía hoy no se sabe qué parte es realidad y qué otra es leyenda. Roldán habría pactado con Paesa, que actuaría como intermediario no oficial del Gobierno, su entrega a cambio de una rebaja en las penas y en el número de delitos por los que podría ser encausado. Paesa falsificó documentos de Laos para hacer creer que el fugado había estado en el país asiático durante toda su fuga.

El ministro Belloch celebró en una comparecencia la captura como una operación puramente policial, pero luego tuvo que admitir que los llamados «papeles de Laos» eran un engaño para atrapar al fugado. Finalmente, Roldán fue juzgado por todos los delitos previstos.