Pedro Sánchez viaja mañana a Rabat para abrir «la nueva etapa» con Marruecos

LOURDES PÉREZ MADRID / COLPISA

ESPAÑA

La prensa marroquí tilda de «hito histórico» la posición de España. En la foto, un quiosco de Rabat el pasado viernes.
La prensa marroquí tilda de «hito histórico» la posición de España. En la foto, un quiosco de Rabat el pasado viernes. MARISCAL | EFE

Se reunirá con Mohamed VI en la denominada «cena de ruptura del ayuno», la celebración que interrumpe la abstinencia en el Ramadán

06 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El giro histórico de España en su posición sobre el Sáhara Occidental —lo que Pedro Sánchez describe como la apertura de una «nueva etapa» en las delicadas decisiones hispano-marroquíes— cristalizará este jueves en la visita que cursará a Rabat el presidente del Gobierno acompañado por el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares.

El jefe del Ejecutivo se reunirá con el rey Mohamed VI en el marco de la denominada «cena de ruptura del ayuno», la celebración que interrumpe la abstinencia en el Ramadán. La invitación constituye, por lo tanto, un gesto de concordia que llega después de que se suspendiera el primer viaje previsto de Albares en solitario para sustituirlo por el que finalmente encabezará Sánchez junto al ministro; y cuando las autoridades marroquíes han dejado traslucir su satisfacción por el acuerdo en el que Sánchez reconoce la propuesta marroquí de autonomía para la excolonia como la «más seria, realista y creíble» de las posibles.

En la comparecencia posterior al Consejo de Ministros, el titular de Exteriores ha confirmado tanto la cita en la capital del país vecino como la satisfacción que le produce a la delegación española que Mohamed VI vaya a sentar a su mesa al presidente en un convite tan señalado como el iftar. «Es un signo de amistad muy fuerte», ha traducido Albares, quien celebra la singularidad de que el monarca incluya a un mandatario extranjero en una celebración familiar y muy significativa para los musulmanes.

El presidente español explicitó el viraje en la política exterior en la carta que remitió a Mohamed VI el pasado 14 de marzo, cuatro días antes de que la monarquía alauí desvelara su contenido provocando una sacudida en el tablero político y diez meses después de la crisis diplomática sin precedentes en la que la acogida secreta por España del jefe del Frente Polisario, Brahim Ghali —para tratarse del covid— derivó en la llegada multitudinaria de migrantes magrebíes a las playas de Ceuta desbordando la valla como nunca antes.

La carta firmada por Sánchez subrayaba la inauguración de esta «nueva etapa», basada en «la transparencia» y el cumplimiento de los compromisos que se adopten, a partir no solo del reconocimiento de la iniciativa marroquí para el Sáhara. También en materias como la gestión más ordenada de los flujos migratorios y la «integridad territorial» de ambos vecinos, en alusión implícita a la españolidad de Ceuta y Melilla. Asuntos que formarán parte de la agenda para el viernes —la víspera estará copada por la cena de ruptura del ayuno—, en la que están trabajando el Gobierno y sus homólogos marroquíes.

Sin apoyo del Congreso

Sánchez y el ministro se reunirán con Mohamed sin llevar en el maletín diplomático ni un solo apoyo en el Congreso al cambio de posición sobre el futuro de los saharauis, tal y como quedó evidenciado en la primera comparecencia del ministro en la comisión de Exteriores y en la del presidente del miércoles pasado ante el pleno de la Cámara baja. Todo el arco parlamentario, a izquierda y derecha, socios y oposición, censura al Gobierno por el secretismo con el que ha actuado y por lo que interpreta como una claudicación ante los intereses de Marruecos que rompe el histórico respaldo de España a una salida negociada bajo el paraguas de la ONU con la celebración de un referendo de autodeterminación en la excolonia.

Sánchez insiste en que el marco continúa siendo el de las resoluciones de Naciones Unidas, al tiempo que da por válido el plan de autonomía para intentar poner fin a medio siglo de conflicto «enquistado».

El jefe del Estado Mayor de la Defensa augura un período de «cierta tranquilidad» en Ceuta y Melilla 

El jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), almirante Teodoro López Calderón, augura un período de «cierta tranquilidad» en Ceuta y Melilla tras el cambio de postura del Gobierno respecto al Sáhara, si bien eludió responder a qué va a pasar en el futuro.

En una intervención en el Fórum Europa, rechazó que con su giro España haya reconocido «la marroquinidad» del Sáhara, sino que hay una opción que Marruecos ha puesto sobre la mesa para que la antigua colonia española sea una región con autonomía dentro del país, que se puede llevar a cabo.

El almirante respondió que las Fuerzas Armadas españolas están preparadas para defender España de cualquier ataque y garantizar la integridad territorial de nuestro país «sin ningún problema», al ser preguntado sobre la posibilidad de que Marruecos invadiese Ceuta y Melilla.

Confrontación geopolítica

Durante su intervención, el Jemad manifestó su preocupación por la situación en el Magreb y Sahel y advirtió de que África es ya escenario de la confrontación geopolítica, donde China está buscando posicionarse militarmente en el Golfo de Guinea.

Además, según López Calderón, Rusia está utilizando cada vez más sus propias fuerzas armadas en ese continente ofreciendo sus servicios como solución inmediata para resolver problemas de seguridad, que van acompañados de contratos para explotar recursos naturales.

Esta fórmula se está extendiendo actualmente a Mali, donde Rusia ya cuenta con 3.000 personas entre contratistas y militares, y está «tentando» a Burkina Faso. Por ello, ha considerado «imprescindible», para España y la Unión Europea, restablecer una estrategia que impida «huecos» por los que se cuele Rusia y China.

El exministro de Defensa Eduardo Serra tomó la palabra para preguntar si es realista duplicar el actual presupuesto en Defensa como anunció recientemente el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a lo que el Jemad respondió que, aunque la situación económica es complicada, la inversión tiene que llegar al 2 % del PIB para que la defensa española sea «creíble», tanto en el ámbito de la OTAN como de la Unión Europea.