Sánchez intenta evitar que la crisis por la ley «solo sí es sí» haga metástasis y destruya la coalición
ESPAÑA
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Los socialistas esperan que la tensión baje antes de reiniciar conversaciones con Podemos, pero no ven fácil el acuerdo
12 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.La proximidad de las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo ha producido un cambio de clima en el Congreso. Se percibe desde hace semanas. Los partidos son ahora mucho más sensibles al impacto que tendrán sus decisiones en el electorado. Cada movimiento es un mensaje a los votantes. Y eso explica, por ejemplo, que tras diez intentos el PP lograra por primera vez este jueves el apoyo suficiente para reprobar al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, por su actuación en la tragedia del pasado junio en Melilla. O que el Gobierno haya entrado con la ley del «solo sí es sí» en una espiral endiablada de la que difícilmente puede salir indemne. La única esperanza de Pedro Sánchez es ya que la crisis no logre hacer metástasis en la coalición y ahonde la sensación de fin de ciclo.
Los socios del bloque de investidura lanzaron el pasado martes un mensaje casi unánime a PSOE y Podemos: la reyerta en la que se han sumergido a cuenta de la que estaba llamada a ser una de las leyes estrella de la legislatura eclipsa otros logros, desanima a los electores progresistas y solo tiene un beneficiario, la derecha, que ya empieza a frotarse las manos. Las dos partes lo saben y, sin embargo, entienden que ceder a la posición del contrario les resultaría en este caso aún más gravoso que moverse. Susto o muerte.
Sánchez lleva meses, desde que en noviembre comenzó el goteo (ya riada) de rebajas de penas para condenados por agresión sexual, recibiendo el aviso alarmado de los territorios sobre las consecuencias de la norma. El lunes decidió no seguir esperando a un acuerdo que no llegaba entre la ministra de Justicia, Pilar Llop, y la de Igualdad, Irene Montero, y registrar en el Congreso su propia propuesta de reforma. Una propuesta que ya está dispuesto a sacar adelante incluso recurriendo al PP.
A estas alturas, la fe de los socialistas en un giro de los acontecimientos que permita acercar posturas con sus socios es casi nula. Donde ellos ven un retoque «técnico» para elevar penas, Podemos aprecia un retroceso «al Código Penal de la Manada». Aún aspiran a atraerse a otros aliados habituales, pero con los morados han tirado prácticamente la toalla. Y, aun así, relativizan la situación. «Lo que nos ha ocurrido con esta ley es la excepción que confirma la regla, en todo lo demás hemos sido capaces de ponernos de acuerdo; unas veces, como en la ley trans cediendo nosotros y otras, como en la de bienestar animal, ellos», esgrimen en Ferraz.
La intensidad de la batalla y los reproches mutuos en los que han incurrido ambas partes esta semana llevaron a pensar, incluso en las filas del PSOE, que se estaba preparando el terreno para una ruptura estratégica, aunque ninguno quiera aparecer como el culpable. «Ellos buscan que sea Pedro el que los eche y nosotros que se vayan; todos hemos aprendido que el que rompe paga», señalaba este jueves un diputado. Sin embargo, Sánchez descartó un día después, desde Bruselas, el divorcio y en su entorno aseguran que todo es mucho más simple.
«Nosotros no tenemos intención de confrontar. En ninguna planificación estratégica estaba tener que estar discutiendo sobre condenas a violadores, pero eso es gobernar: llevar a cabo tus planes y dar solución a los problemas sobrevenidos», dicen en el núcleo duro del Ejecutivo. Desde el Ministerio de la Presidencia, en el que se lleva la relación con los grupos parlamentarios, también se trata de quitar hierro a una discrepancia que está aún lejos de resolverse. Aunque fuentes de Podemos aseguran que aún no hay acuerdo, y que lleva en torno a dos semanas atascada en el Ministerio de Economía, los socialistas afirman que las diferencias sobre la ley de vivienda están ya encauzadas y que tampoco hay ya tensión por la reforma de la ley mordaza («El problema, en todo caso, lo tenemos con ERC y Bildu por las pelotas de goma», matizan).
Ley de familias y pensiones
Sobre la mesa queda ya poca agenda legislativa, pero todavía está pendiente la ley de familias, una de las prioridades de la ministra de Derechos Sociales y líder de Podemos, Ione Belarra, y la segunda parte de la reforma de las pensiones, de la que depende el segundo desembolso del año de los fondos europeos. El hecho de tener aprobados ya los últimos Presupuestos de la legislatura y cerca de 200 leyes facilitaría a priori que cada cual siga ahora su camino, pero en el PSOE cuestionan que ese movimiento sea práctico. «Esto no es el 2019. Entonces se podía jugar con la ilusión de que podríamos gobernar en solitario; ahora todo el mundo sabe que si volvemos a gobernar será en coalición», subrayan.
En el ala socialista del Gobierno hay una intención clara de rebajar la tensión y darse un tiempo para que los ánimos se serenen antes de reabrir cualquier conversación con los morados sobre el «solo sí es sí». La negociación no está ya en manos de la ministra de Justicia, Pilar Llop, que el pasado martes desató las hostilidades con Podemos e inquietó a los suyos con una defensa de su propuesta que solo sirvió para generar más crispación interna. Sánchez confía en la solvencia técnica de la ministra, pero para la tarea política de enhebrar un acuerdo parlamentario ha delegado, una vez más, en el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, y la de Hacienda y número dos del PSOE, María Jesús Montero, que aún no han contactado con sus socios. Bajar el diapasón es una prioridad porque, pese a la voluntad de ir rápido, el debate de toma en consideración difícilmente podrá celebrarse antes de tres semanas (lo probable es incluso que coincida con el 8-M) y la tramitación aún puede alargarse otro mes.
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Ione Belarra descarta romper con el PSOE: «Este Gobierno tiene una mala salud de hierro»
ander azpiroz
Las crisis dentro de la coalición de Gobierno a cuenta de las leyes del «solo sí es sí» o del bienestar animal, ligadas íntimamente a un 2023 con elecciones municipales, autonómicas y generales, han cocinado un perfecto caldo de cultivo para que PSOE y Unidas Podemos se echen en cara todas las diferencias que, con mayor o menor disimulo, se habían callado a lo largo de los tres últimos años.
Desde las dos formaciones socias del Ejecutivo se mantiene que la prioridad es agotar la legislatura, un objetivo prioritario para el PSOE y muy especialmente para Pedro Sánchez, que a partir de junio ocupará la presidencia rotatoria de la Unión Europea. Se trata para los socialistas de una oportunidad única para relanzar la ya de por sí reconocida figura internacional del presidente del Gobierno. Una exposición pública que podría darle al actual jefe del Ejecutivo los votos que, a tenor de todas las encuestas menos las del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), dan ventaja al PP de Alberto Núñez Feijoo de cara a ser la próxima fuerza más votada.
Belarra se reafirma
La secretaria general de Podemos, que reconoció «una semana difícil para la coalición», se reafirmó en un mitin del partido en Valencia en cada una de las posiciones de su formación, pese al encontronazo de las últimas semanas con los socialistas. Así, insistió en que las rebajas de penas a consecuencia de la entrada en vigor de la ley del «solo sí es sí» es responsabilidad de una minoría de jueces afines a la derecha y al PP. Belarra afirmó que no se esperaban tener enfrente a «un PSOE que le entra el miedo» ante una campaña mediática, según afirmó, orquestada por medios conservadores. Fiel a sus mensajes de precampaña de las últimas semanas, la número uno de Podemos y ministra de Derechos Sociales cargó contra los empresarios. Lo hizo una vez más poniendo en el foco a Juan Roig, presidente de la compañía de distribución y supermercados Mercadona. «Es un capitalista despiadado», afirmó Belarra.
La ministra de Derechos Sociales, en cualquier caso, dejó claro que, pese a los reveses para su formación con el 'solo sí es sí' o la ley de bienestar animal la coalición con el PSOE no corre peligro, al menos desde la posición de su partido, porque «goza de una mala salud de hierro». Belarra mantiene así el mensaje del pasado jueves de Irene Montero, quien señaló que «a Podemos aún le queda mucho por hacer dentro de este Gobierno».