Ciudadanos pierde casi toda su representación y se asoma a la desaparición

«Derrota sin eufemismos» y «profunda tristeza». Así valoró brevemente el resultado de Ciudadanos su candidata a la alcaldía de la capital, Begoña Villacís, que era el último estandarte de la formación naranja en el panorama nacional. Un escenario que ya sirve de adiós en la política nacional, puesto que los de Inés Arrimadas, que no compareció, solo mantienen siete diputados autonómicos y todos están en comunidades que no celebraron elecciones ayer: seis en Cataluña y uno en Castilla y León.

Los resultados globales arrojaron un total de 387 concejales para Cs, que supusieron una pérdida total de 2.400. En lo que en parlamentos autonómicos se refiere, fueron absolutamente absorbidos por el Partido Popular. No obtuvieron ni un solo representante. Y sus concejales no tienen la posibilidad de condicionar gobiernos. Tan solo en Astillero, una localidad de Cantabria, Javier Fernández Soberón consiguió la alcaldía con mayoría absoluta, también casada con el descalabro del PRC de Revilla.

Para la formación naranja, los resultados suponen «una mala noticia» para la salud democrática del país, porque a pesar de los resultados negativos de Podemos, el «extremo» de Vox gana fuerza. La idiosincrasia del partido como fuerza de contención de los polos a la izquierda y derecha del PSOE y el PP respectivamente y de los nacionalismos se diluye.

Sin embargo, el portavoz de Ciudadanos, Mariano Fuentes, depositó ciertas esperanzas en las elecciones de diciembre y no quiso dar por perdido el argumento de que son «más necesarios que nunca» para mantener el centro político como área de desempeño de los partidos. «Estamos convencidos de que somos más necesarios que nunca, que siguiendo con estas políticas vamos a tener la confianza de los españoles», afirmó en la rueda de prensa.

Con esperanza o no, el valle de lágrimas de Villacís, el resultado electoral y el duelo entre Arrimadas y Edmundo Bal condenan al partido.

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