Desde el 2007, cuando Aemet aprobó el plan Meteoalerta, España suma 338 avisos avisos rojos por lluvia
16 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.En las últimas semanas, la Agencia Estatal de Meteorología ha activado varios avisos rojos por lluvia. El pasado miércoles se decretaron los tres últimos, en Málaga, Tarragona y en Valencia por acumulaciones de 180 litros por metro cuadrado en 12 horas. Solo en la provincia andaluza, las precipitaciones que descargaron 78 litros por metro cuadrado en 60 minutos, causaron riadas, inundaciones en espacios públicos como el Hospital Universitario Virgen de la Victoria además de sepultar decenas de vehículos. El aviso meteorológico, que llevó a tomar medidas como suspender las clases, el transporte por ferrocarril e incluso evacuar algunas localidades, estuvo acertado y justificado.
Dado que la memoria meteorológica suele ser cortoplacista y llevamos semanas con una inestabilidad atmosférica que está sorprendiendo por su intensidad, alguien podría pensar que esta cadencia de avisos rojos por precipitación resulta habitual. «No sería lógico activar muchos avisos rojos porque estamos ante una situación en la que el riesgo es extraordinario», asegura Francisco Infante, delegado de la Aemet en Galicia.
En el año 2007, la agencia meteorológica española aprobó el plan Meteoalerta con el objetivo de integrarse en el sistema europeo de avisos de fenómenos adversos Meteoalarm. La novedad respecto a los protocolos que ya existían era que incorporaba niveles de avisos por colores.
«Cuando se emite un aviso de nivel rojo para una zona, lo que se está diciendo es que los bienes y la población vulnerables o en zonas expuestas podrían sufrir impactos muy graves o catastróficos. Se recomienda tomar medidas preventivas, actuar según las indicaciones de las autoridades, mantenerse informado de la predicción y no viajar salvo que sea estrictamente necesario», recuerda Infante.
El registro histórico de avisos permite comprender la rareza que representa un aviso rojo por precipitación acumulada en 1 y 12 horas. Desde el 2007 se han activado en España un total de 338. Establecer una media en este caso no reflejaría la realidad ya que ha habido años con 87 y otros sin ninguno.
En Galicia se han activado avisos rojos por acumulaciones de 120 litros en 12 horas. Unas situaciones que suelen estar asociadas al impacto de un río de humedad tropical. Sin embargo, muchos se decretaron en el Mediterráneo, donde la precipitación resulta más torrencial que la de tipo frontal, que cae en la comunidad gallega.
En el 2019 se produjo el máximo debido al impacto de varias dana. Una de ellas, la del 13 de septiembre fue calificada por la Aemet en sus informes posteriores como un «hecho extremadamente anómalo» al formarse en una fecha tan temprana. Además, las lluvias torrenciales asociadas a esa depresión aislada en niveles altos afectaron a una zona muy extensa del área mediterránea. Precisamente por esto, se declararon tantos avisos rojos.
«Los valores de las variables meteorológicas que corresponden a los umbrales para avisos rojos se sitúan en la cola de la distribución estadística y, por tanto, son poco o muy poco frecuentes. También podríamos decir que son poco o muy poco probables», subraya.
En cuanto a la relación entre la cantidad de lluvia que puede caer en un corto período de tiempo y el riesgo que representa, Infante aclara que «para una persona en general es indiferente que el valor de acumulación de precipitación previsto sea de 180 o de 300 litros por metro cuadrado en 12 horas, lo importante es que el aviso es rojo y el peligro extraordinario».
Sobre la cuestión de la peligrosidad que representa un fenómeno adverso, el meteorólogo sostiene que «debe añadirse el riesgo que implica y es aquí donde resulta imprescindible la aportación de los organismos de protección civil. Por ejemplo, que llueva 10 litros por metro cuadrado al día en una zona desértica, no habitada, correspondería por frecuencia de ocurrencia a un aviso rojo, pero el riesgo resulta muy bajo para vidas y bienes y nadie emitiría un aviso rojo en esta situación. Por tanto, para la versión final del plan de avisos hay que combinar de alguna forma ambos factores: peligro y riesgo».
Infante insiste en la variable de riesgo citando otro ejemplo que atañe a Galicia, el de avisos en el litoral. «En nuestras costas el umbral de aviso naranja es 5 metros de altura significativa de olas, que es un valor que se supera con bastante frecuencia en los meses invernales por lo que, en principio, debería corresponder a uno amarillo. Pero a partir de este valor el riesgo es muy alto para personas, bienes y embarcaciones por lo que finalmente pasa a naranja. Esta explicación es extensible al resto de niveles de aviso y explicaría por qué los amarillos son mucho más frecuentes que los naranjas y estos, a su vez, mucho más que los rojos y que los habitual sea la ausencia de avisos», concluye.