Viajaba en coche con su madre y su abuela cuando, a la altura de Alfafar, tuvieron que salir del vehículo inundado. Una vecina las ayudó y, tras ponerse a salvo en una nave industrial, la colocaron en una maleta tapándola con toda la ropa que pudieron
18 nov 2024 . Actualizado a las 18:02 h.Aurora, de tan solo un mes de vida, su madre Flor y su abuela están hoy vivas de milagro tras la odisea a la que se enfrentaron el 29 de octubre, cuando la peor gota fría del siglo, provocó inundaciones en varias localidades de la comarca valenciana de Huerta Sur. Residentes en Paiporta, las tres viajaban en un vehículo que a la altura de Alfafar empezó a llenarse de agua, quedando a merced de la corriente. Flor, que había parido mediante cesárea hacía pocas semanas, se bloqueó en ese momento y la abuela la alertó de que debían abandonar el coche cuanto antes. La madre, con muchas dificultades conseguiría abrir la puerta, después se desplazó hacia la parte trasera y la abuela puso a la bebé entre sus brazos pasándosela a través del maletero. Cuando ya estaban con el agua casi por la cintura se vieron solas y sin saber qué hacer.
«Un hombre me pedía que le diera a la niña, pero yo no quería soltarla», cuenta la madre al respecto según recogen varios diarios locales y televisiones nacionales que se han hecho eco de la noticia. El tiempo corría en su contra frente a una corriente que cada vez tenía más fuerza y volumen. Fue entonces cuando se cruzó en esa calle convertida en río Azahara, una vecina de Paiporta de 31 años, que minutos antes también había tenido que ponerse a salvo. «Me subí a una caseta y de ahí a por Aurora trepando a una valla sin pensármelo. Fue una buena decisión tirarme a por ellas», señala la joven. Ahora sí, la madre le hizo entrega de la pequeña mientras ella veía como el muro al que se había subido caía por la fuerza del agua. «Vi que era una mujer alta y por eso creo que se la dejé», apunta una madre que aún estaba lejos de sentirse a salvo.
En esta historia de supervivencia, a las tres mujeres y la bebé se suman otros dos hombres que estaban en la misma situación. La solución la tenían delante de la narices, aunque no iba a ser fácil alcanzarla. Rompieron la verja de una tienda de recambios de coches, se colaron en su interior y tuvieron que subir dos plantas hasta dejar el agua bajo sus pies. «Eso era una ratonera, si el nivel seguía subiendo nos ahogábamos dentro de la fábrica», cuenta Azahara. Por eso se hicieron con neumáticos y otros útiles que flotaban por si, finalmente, el líquido elemento las alcanzaba. Y llegaron a la conclusión de que la bebé podía resguardarse en una maleta que encontraron. Flotaría en caso necesario y estaría aislada y caliente. La taparon con ropa seca y cruzaron los dedos. Afortunadamente, tras una noche agónica, agentes de la Guardia Civil los sacaron a todos por la verja rota y la imagen de la bebé en el equipaje se convirtió en símbolo de una tragedia que deja una cifra de fallecidos que alcanza los 226.