Sánchez vuelve al Congreso a resistir y Feijoo a hacer sufrir al presidente

Lourdes Pérez / Paula de las Heras MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Alberto Núñez Feijoo y Pedro Sánchez, durante un debate en el Congreso.
Alberto Núñez Feijoo y Pedro Sánchez, durante un debate en el Congreso. Borja Sanchez-Trillo

Órdagos de Junts y Podemos, mientras Bildu y PNV ven legislatura por delante

09 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La olla a presión en que se ha convertido esta legislatura el Congreso se apresta a volver a entrar en ebullición. Tras los casi dos meses de tregua por el prolongado parón navideño, interrumpidos por la sacudida del pleno extraordinario del 22 de enero en el que Junts y el PP apretaron hasta casi ahogar al Gobierno al tumbarle el decreto ómnibus, la Cámara baja retomará su pulso esta semana regresando donde lo dejó: a la convalidación del nuevo decreto, el parcelado, que esta vez el Ejecutivo sí sacará adelante gracias a su pacto con Junts y que finalmente apoyarán los populares

En el ring del hemiciclo, los mismos púgiles: uno —Pedro Sánchez—, convencido de que cada día que consume en la Moncloa es un día ganado «a la inestabilidad que pregona la derecha» y «gobernando con el BOE»; el otro — Feijoo—, decidido a explotar las debilidades del presidente para que cada pleno sea tan disuasorio para él «como una visita al dentista».

En la ciclotimia de la legislatura, estos dos meses no han sido inanes. El último pleno del 19 de diciembre, acabó para el Gobierno con otra derrota —la que le infligieron PP, Junts y PNV suprimiendo el impuesto a las energéticas—, pero salvando en otra negociación frenética, esta con Podemos, la ley del ministro Bolaños para reformar la justicia. El golpe de hace dos semanas fue más severo para Sánchez, que rescató la subida de las pensiones cediendo, una vez más, ante los de Carles Puigdemont lo que había dicho que no concedería: la parcelación del decreto ómnibus y el debate sobre la cuestión de confianza.

Pero el Gobierno recibió con tanto alivio el último pacto in extremis con Junts, interpretando al tiempo que había sorprendido al PP con el pie cambiado, que vuelve a fijarse como horizonte los Presupuestos mientras abona en paralelo el campo argumental por si finalmente tiene que prorrogarlos. Es la hipótesis con la que juega Junts, que tiene otras «carpetas» por cerrar —inmigración, cuestión de confianza y el techo de gasto—, antes de afrontar las cuentas públicas.

«Diálogo, diálogo, diálogo», insisten los socialistas, dispuestos a afrontar otra negociación extenuante para aprobar las que serían, a la vez, las primeras cuentas de la legislatura y las determinantes, mientras presumen de que Sánchez ya lleva más tiempo en la Moncloa que Rajoy y se encamina a igualar los mandatos de Zapatero y Aznar. El pacto con Junts para salvar el decreto social ha insuflado también oxígeno en las expectativas de los socios vascos del presidente —PNV y EH Bildu—, declaradamente partidarios de agotar el cuatrienio frente a las amenazas de Junts y también de Podemos. 

Feijoo, martilleando

El PNV cree que Junts sigue teniendo incentivos para reforzar una influencia en Madrid que le permita «reconectar» con la Cataluña que se miraba en CiU; un tránsito que, para el PNV, engrasaría «la foto» de Sánchez con Puigdemont. Más escépticos se muestran con la decantación de Podemos, de cuyas pulsiones para finiquitar la legislatura también alerta Bildu. «Junts y Podemos van de farol», objeta un cargo de la coalición aberzale, menos pesimista hoy de lo que estaba ayer sobre los Presupuestos y crítico con los órdagos de los de Puigdemont.

Para los secesionistas catalanes, que constatan que a las «muchas carpetas» abiertas se ha sumado ahora la de la reducción de la jornada laboral, lo perentorio siguen siendo las competencias en inmigración.

Y mientras, el PP continúa recetándose paciencia. «Esta es una legislatura condenada al susto o muerte», resumen en Génova, que anticipan un período de sesiones con Feijoo martilleando, sí, con la corrupción, pero incidiendo en propuestas —como las de esta semana en vivienda— «para desmontar» que esté solo en «el no».