Pablo Iglesias cree que Yolanda Díaz no seguirá más en política, le achaca «inquina» a Irene Montero y la ve en una «nube de narcisismo»

La Voz REDACCIÓN

ESPAÑA

Pablo Iglesias, en la clausura de la Uni de Otoño de Podemos.
Pablo Iglesias, en la clausura de la Uni de Otoño de Podemos. Fernando Sánchez | EUROPAPRESS

El exvicepresidente del Gobierno dice en el libro que presenta hoy que Sánchez nunca fue de izquierdas y califica a Carmena de ejemplo de «cuñadismo progresista»

08 abr 2025 . Actualizado a las 11:39 h.

El exlíder de Podemos Pablo Iglesias cree que la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, acabará dejando la política, afirma de ella que tiene «inquina» hacia la exministra de Igualdad Irene Montero y la percibe dentro de una «nube de narcisismo» de la que no ha bajado. Así lo traslada en su nuevo libro Enemigos Íntimos, editado por Navona y consultado por Europa Press, basado en sus reflexiones sobre figuras clave de la política a través de un diálogo con la politóloga Irene Zugasti.

En un capítulo dedicado a Díaz, el exvicepresidente rememora que tuvo mucho aprecio por la ministra de Trabajo, que era de su confianza, y le reconoce que desde esa cartera ha conseguido logros importantes. También explica que su figura era la «ideal» para relevarle como nuevo referente en plena «persecución y desgaste» de Podemos en el 2021 y que sería «leal» con los morados pese a traer su propio estilo. Reflexiona que aunque la «opción natural y con más apoyos» era Irene Montero, no era una alternativa «realista» entonces porque la reacción contra ella por ser su pareja habría sido «machista y feroz».

No obstante, destaca que un punto de inflexión fue cuando la ministra de Trabajo participó en el acto Otras políticas junto a la exalcaldesa de Barcelona Ada Colau, la líder de Más Madrid, Mónica García o la exdirigente de Compromís, Mónica Oltra, excluyendo así a Montero y la secretaria general de Podemos Ione Belarra.

Para Iglesias, si «no hubiera sido tan evidente su voluntad de destrucción a Podemos» o su «inquina» hacia Montero, que tilda de «visceral», Díaz podría haber contado con ella y Belarra para su núcleo duro y demostrar «capacidad integradora» para reconfigurar el espacio.

Enamorada de la fama

Sin embargo, lamenta que no hizo «nada de eso» y opina incluso que la personalidad de Díaz se transformó, seguramente porque nunca imaginó tener un papel «tan relevante» y con tanto «poder». «No es muy diferente de lo que le pasó a Errejón, solo que él lo explotó en una dirección terrible», ahonda para aludir a la salida del exportavoz parlamentario tras denuncias por violencia sexual contra él. Incluso llega a decir que «Yolanda se enamoró de la fama», cambió su forma de actuar, su imagen y su tono por una «personalidad forzada» que, durante un tiempo, «parecía que iba a ser arrolladora» y podía llevar «muy lejos» a la izquierda, «en contraste con el Iglesias enfadado y gruñón».

Yolanda Díaz, Pablo Iglesias e Irene Montero
Yolanda Díaz, Pablo Iglesias e Irene Montero Mariscal | EFE

A su vez, asegura que una de las últimas veces que se vio con Díaz le advirtió que ella y Errejón eran una «construcción mediática para destruir a Podemos», aunque critica que «ya había subido a esa nube de narcisismo de la que no ha sabido bajar».

Luego, acusa a Díaz de exhibir en ocasiones una «hipocresía» que «llegaba a ser esperpéntica» o que afirmara no le interesan los partidos cuando «lleva encadenando cargos políticos años y años dentro de ellos».

También diagnostica que la estrategia de las «sonrisas» no sirve para traducir los postulados ideológicos en políticas públicas. Para ello, asevera, hay «que pelear» pero Sumar se ha dado cuenta de eso «demasiado tarde» y ahora ve «ridículo» que quieran «endurecer el discurso.

En el mismo capítulo dedicado a la ministra de Trabajo, afirma que su deriva ha terminado por romperle los «nexos con la realidad» a «medida que el contraste entre la imagen pretendidamente amable hacia el exterior y la mezquindad proyectada hacia la interna se iba haciendo cada vez más patente». Y sostiene que ofreció a Irene Montero la embajada en Chile como salida política y un «chantaje» a Podemos.

Aparte, asegura que el «fracaso político» de Díaz fue «la construcción del partido sin primarias, sin procesos, con formas autoritarias» para levantar una izquierda subalterna al PSOE, aunque ya es evidente que no funcionaba para que «gobierne con comodidad».

Asimismo, Iglesias declara que «no ve a Yolanda Díaz siguiendo en política» después de todo lo ocurrido, «aunque quién sabe», y que después de ser vicepresidenta ya «puede considerarse un personaje histórico con cosas que contarles a sus nietos, aunque sea desde una posición tan desgastada».

«Supongo que cuando salga y no tenga que pelear portavocías, cargos ni candidaturas, tendrá la inteligencia suficiente para que le hagan presidir una fundación de CC.OO. -y no un consejo de administración, ni una embajada, ni una consultora- y vivir muy tranquila (...) Sería una salida digna y decente. Aunque quizás el PSOE le busque algo más pomposo, un puesto en la Organización Internacional del Trabajo. No la imagino otra vez como diputada rasa, o intentando presentarse de nuevo en unas listas, pero qué sabe nadie», afirma.

Manuela Carmena, con Pablo Iglesias
Manuela Carmena, con Pablo Iglesias FERNANDO VILLAR | EFE

Críticas a Carmena

De la exalcaldesa de Madrid Manuela Carmena, Iglesias la califica como una »persona conservadora« y que su forma de hacer política se «adelanta» al «yolandismo», que bajo su opinión desprende una «voluntad de idiotizar al electorado progresista». «Como un cuñadismo progresista hueco y superficial», espeta Iglesias.

Luego, recrimina que Carmena evidenció uno de los mayores errores políticos de Podemos que fue apostar por las confluencias municipales que en vez de construir partido, dado que desde esos espacios se apelaba a rodearse de «independientes». «¿Adónde ha conducido eso? A la nada», enfatiza el exlíder de Podemos para diagnosticar que sin militancia ni proyecto se termina por «entregarle todo al PSOE». «De hecho, ahí acabarán buena parte de esos cuadros de la era municipalista y del experimento Sumar cuando su debilidad organizativa les agote«, apostilla.

Iglesias añade incluso que no descarta un acuerdo en el que Mónica García se presente a las generales junto con el PSOE, a cambio de poder liderar ella una candidatura conjunta en Madrid». «Eso es, a fin de cuentas, lo que habrá legado el 'carmenismo' al futuro: reforzar un poquito más al PSOE», sentencia.

La visión sobre Sánchez

Respecto al presidente del Gobierno, Iglesias proclama que Sánchez «nunca ha sido de izquierdas» pero que las circunstancias le llevaron a asumir una serie de marcos por la «podemización» de la izquierda. También dice que tuvieron un trato cordial dentro el Gobierno pero nunca tuvieron «mucho feeling» y su impresión es que Sánchez es «impenetrable».

«Me he reunido muchas más veces con él que con José Luis Rodríguez Zapatero, y, sin embargo, jamás he tenido con el primero la conexión que tengo con el segundo», revela el exlíder de Podemos. 

Felipe VI recibe a Pablo Iglesias en la Zarzuela
Felipe VI recibe a Pablo Iglesias en la Zarzuela

Respecto del actual monarca, Iglesias dice que «no tiene duda» de que tiene un «compromiso político férreo» y consiste en la supervivencia de la monarquía «si manda la derecha». También relata que viajó con el rey a Bolivia por la toma de posesión del presidente Luis Arce y allí pudo ver cómo se «desenvolvía políticamente», llegando según su versión a no dar «la palabra al Gobierno» en encuentros con mandatarios internacionales.

«Pensemos que un jefe de Estado que se sienta junto al jefe de Estado de otro país debería dar la palabra al Gobierno de su país después de unas pocas palabras de protocolo. Pero en aquella reunión no nos daba la palabra, se quedó sentado hablando con Iván Duque, el entonces presidente de Colombia, mientras nosotros estábamos callados. Recuerdo que yo miraba a la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, como diciéndole ¿pero esto qué narices es?», relata.

«¿De qué se hablaba con Iván Duque en aquellas bilaterales? Pues de Venezuela y de la frontera colombiana. ¿Tiene el rey que hablar de esto? Rotundamente no (...) Eso es borbonear, y yo lo he visto en directo», zanja para proclamar que ser monárquico hoy significa «reivindicar la corrupción como mecanismo de forma de Gobierno».