
A los defensores de Pedro Sánchez les gusta destacar, además de su físico y su inglés, su buena suerte y la capacidad para maniobrar en cualquier escenario. Resiliencia, nos explicaban en el primer libro que le escribió Irene Lozano. Al principio, los analistas políticos ensalzaban esa fortuna a imagen y semejanza de la baraka —nomenclatura marroquí para la suerte— que parecía acompañar a Zapatero.
Eran los días de vino y rosas de la reconquista de Ferraz de las manos de las viejas glorias, de la primera moción de censura exitosa de la democracia, de las fotos en el Falcon cual Kennedy hispano, de las sonrisas y besos con Ursula von der Leyen, de la exhibición de humanidad en la acogida de los migrantes del Aquarius... Todo marchaba sobre ruedas después de una tortuosa carrera en la que llegó a ser repudiado por muchos de los que ahora se destrozan las manos aplaudiéndole, ¿verdad Patxi López, Óscar López o Antonio Hernando?
Pero ese camino alfombrado pronto se convirtió en un rosario de calamidades que, de no haber estado escrita ya la Biblia, hubiera dado para un catálogo completo de plagas. Después de tres meses negando lo evidente, estalló en marzo del 2020 la pandemia del covid, que nos encerró durante dos meses y dejó a la economía privada contra las cuerdas. Era el inicio del particular calvario de Sánchez. Luego llegó un temporal de frío y nieve que colapsó Madrid. Filomena se llamaba. Enero del 2021, mientas el virus seguía dando la lata con sus mutaciones. Ese año nos dejó también la erupción del volcán de La Palma antes del final de aquel verano.
En el 2022, en febrero, a Putin no se le ocurrió nada mejor que invadir Ucrania, lo que disparó el precio de la energía y la inflación, debilitando la economía familiar de miles de españoles. Tres meses después supimos que «alguien», o sea Marruecos, espiaba al presidente y sus ministros en el llamado caso Pegasus. En el 2023, le tocó el turno a la crisis de Gaza. Y en el 2024, además de ver como ganaba Trump en Estados Unidos, le tocó salir corriendo de Paiporta después de las inundaciones de la peor dana del siglo, con más de 200 muertos y la inutilidad de Mazón como única coartada.
El 2025 no pinta mejor. Aún no hemos llegado a la mitad del ejercicio y ya hemos visto un apagón de doce horas inédito y el caos del tren que se repite de forma habitual en los cercanías de Madrid o Barcelona. Y eso, sin olvidarnos de la corrupción.
«Ningún otro presidente se ha enfrentado a nada igual», resumió Sánchez en el 2022. Con todo lo que le quedaba por ver. Si fuera supersticioso, empezaría a vigilar la ruta del asteroide YR24, que tiene previsto estrellarse en la Tierra el 21 de diciembre del 2032. Dicen que hay más posibilidades de que toque la lotería que de que caiga en España. No sé yo... Valga la ironía.