La vuelta de Yolanda Díaz a la trinchera da moral a Sumar, pero con el reto pendiente de la agenda social
ESPAÑA

La vicepresidenta, que se echa a la espalda a su partido un año después de dejar su liderazgo, ha tenido que aplazar la reducción de jornada para no perder ante Junts
29 jul 2025 . Actualizado a las 21:57 h.El paso adelante que Yolanda Díaz dio el 9 de julio al tomar las riendas de la portavocía del Grupo de Sumar en el pleno monográfico sobre corrupción insufló moral a la bancada magenta, como reflejan las palabras del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, al final de aquella sesión: «Se ha echado a la mayoría progresista a la espalda. Salimos reforzados de este pleno». Un espacio político heterogéneo, plurinacional y desde hace meses necesitado de alegrías tras varias derrotas consecutivas en el marcador por escándalos, rencillas internas y un programa político paralizado en el Congreso por su propio socio de coalición, el PSOE, el cual está atenazado por escándalos de corrupción que amenazan con zarandear también a los magentas.
Un año después de que la vicepresidenta segunda abriera una crisis en su partido tras dimitir como secretaria general por los malos resultados cosechados en el ciclo electoral, el espacio político andaba huérfano de dirigentes, con varias organizaciones haciendo la guerra por su cuenta; e, incluso, como fue el caso de Compromís, dividiéndose en dos y saltando su portavoz adjunta, Águeda Micó, al Grupo Mixto.
El regreso de Díaz a la primera línea no ha borrado los problemas que Sumar venía arrastrando. El primero, la enmienda a la totalidad que Junts mantiene sobre la rebaja de la semana laboral a 37,5 horas, que ha obligado a la ferrolana a dejar esa asignatura como pronto para septiembre pese al rechazo de los sindicatos.
Aquél punto de inflexión del 9 de julio fue un trago duro para la líder gallega. Su padre, el histórico sindicalista gallego de CCOO Suso Díaz había fallecido la noche anterior. Rota por el dolor —«Así lo habría querido él», justificó su presencia—, evitó sentarse en el escaño azul que le corresponde como miembro del Gobierno, situado a dos puestos del asiento del presidente del Gobierno. Prefirió, en cambio, unirse al resto de sus diputados, en un gesto que la volvió a situar, cinco años después desde su llegada al Ministerio de Trabajo, como diputada rasa, en un papel de confrontación contra el Ejecutivo —que finalmente quedó orillado después de que los socialistas aceptaran de Sumar 10 de las15 medidas que anunció Sánchez—.
«Un giro copernicano»
El mensaje, una defensa cerrada del Ejecutivo —«Una luz en un mundo de oscuridad», dijo—, y la advertencia a los socialistas de que la legislatura «necesita un giro copernicano». «Había mucho malestar con el PSOE», reconocieron después fuentes cercanas a la dirección de Movimiento Sumar.
Digerido el primer impacto del shock que supuso el informe de la UCO que sitúa al exnúmero tres del PSOE Santos Cerdán al frente de la trama Koldo-Ábalos, los magenta aspiran a recuperar electorado progresista que ha ido perdiendo desde el 23J, especialmente con la reactivación de medidas sociales como los permisos parentales y maternales aprobados el martes en el Consejo de Ministros. «La gran tarea de nuestro espacio político pasa por liderar esa gran reconexión con la ciudadanía progresista y la ciudadanía plurinacional, frente al desánimo, frente a la desesperanza. Tenemos que liderar un gran proceso de reencuentro que movilice a nuestro pueblo», enfatizó ante los suyos la colíder de Movimiento Sumar, Lara Hernández.
En su opinión, la comparecencia de Díaz cambió el estado de ánimo y sirvió de «estímulo» para que Sumar se entregue a incentivar la acción del Gobierno y a disputar «la batalla cultural frente a una internacional reaccionaria». Ahora, subrayó, toca actuar y materializar los acuerdos con el PSOE, ya que en la calle hay un «rechazo absoluto» hacia la corrupción. Pero también «deseos de que el Gobierno cambie de rumbo y dé un sentido social a esta legislatura».
Asignaturas para septiembre
Pero el regreso de Díaz a la primera línea, aunque motivador para los suyos, no ha borrado de un plumazo los problemas que Sumar ya venía arrastrando. El primero de ellos, la enmienda a la totalidad que Junts mantiene sobre la rebaja de la semana laboral a 37,5 horas, que ha obligado a la vicepresidenta segunda a dejar esa asignatura como pronto para septiembre pese al rechazo de los sindicatos.
En lo interno, lo que prometía ser una primavera roja de negociaciones para la reconstrucción de la unidad del espacio político se ha ido por el desagüe por culpa de las sucesivas causas por corrupción. Que, si bien no les han implicado directamente, sí les ha obligado a dedicar las energías a mantenerse en el Gobierno sin parecer, al tiempo, que están ofreciendo una cobertura excesiva al PSOE —«Es usted un hombre honrado», distinguió Díaz al presidente en el pleno de hace dos semanas—.
En ese contexto, Movimiento Sumar, que ya asumía que no iba a ocupar el papel principal de las negociaciones, vuelve a percibirse como la organización más próxima a los socialistas frente a otras formaciones más críticas como Izquierda Unida, los comunes o Compromís, que exigía, a diferencia de los magenta, citar a Sánchez en la comisión de la dana creada en el Congreso; iniciativa frustrada que acabó con Águeda Micó en el Grupo Mixto. Todo ello con un Podemos que se ve crecido por su postura de «oposición frontal» al Ejecutivo y que blande la bandera del rearme no solo para zaherir al PSOE, sino también a Díaz, a la que mete en el saco del «Gobierno de la guerra». El verano no hará más que paralizar este debate, pospuesto por enésima vez. En su segunda Asamblea, Movimiento Sumar fijó en su ponencia política «no dejar las alianzas para última hora». Un brindis, de momento, al sol, aunque Díaz haya vuelto a la batalla en las trincheras.