Greta, la heroína querida y odiada

Marta Otero Torres
MARTA OTERO REDACCIÓN

SOCIEDAD

JIM URQUHART

La líder que despertó la conciencia climática es cuestionada en su propio país

05 dic 2019 . Actualizado a las 12:56 h.

Tiene solo 16 años y se ha convertido en líder del movimiento medioambiental de las nuevas generaciones. Greta Thunberg (Suecia, 2003), nieta del actor y director de cine Olof Thunberg e hija de la cantante de ópera Malena Ernman y del actor Svante Thunberg, realizó su primer intento de huelga de hambre a la edad a la que la mayoría de los niños no han ido solos a comprar el pan. Con ocho años oyó hablar por primera vez del calentamiento global y comenzó a tomar conciencia. Dicen que a los once se deprimió y dejó de hablar y de comer como forma de protesta.

Pero en Suecia la familia Thunberg ya era famosa antes de Greta. Y quienes conocen la historia de cerca aseguran que la niña, diagnosticada con síndrome de Asperger, sufre también un trastorno obsesivo-compulsivo, trastornos alimenticios y mutismo selectivo, que hace que se vuelva extremadamente retraída. Cuando ella tenía seis años su madre ya había publicado un libro hablando de todos estos trastornos.

Los medios suecos han contado también que Greta tiene una hermana pequeña, Beata, que quiere seguir los pasos de su madre en el mundo del espectáculo. Dicen que sufre ataques de ira, tiene que empezar a andar siempre con el pie izquierdo y «obliga» a su madre a esperarla en la puerta en clase de canto sin dejarla moverse ni para ir al baño. Ahora, Malena se dedica a Beata mientras Svante Thunberg acompaña a Greta por el mundo.

Para los expertos en Psicología Ambiental, Greta ha sido una vía por la que canalizar una preocupación social contenida en el ambiente con la que se identifican sobre todo las generaciones más jóvenes.

Su participación en la cumbre del clima es un símbolo, después de sus palabras en la COP24 de la ONU en Katowice (Polonia); en el Foro de Davos (Suiza) en enero de 2019, un mes después en la Eurocámara en Bruselas, en julio en la Asamblea Nacional de París y el 23 de septiembre en la cumbre de la ONU. Allí Greta acusó a los Gobiernos y a la sociedad civil de omisión y traición frente al cambio climático: «Han robado mis sueños y mi niñez con sus palabras huecas».

Toda una generación se identifica con ella, aunque también hay líderes, como Aznar, que se preguntan «si esta niña no debería estar en la escuela».

En Suecia, algunos medios han investigado los posibles beneficios económicos del fenómeno Greta, que, aseguran, nació como una campaña de márketing para lanzar el libro de su madre, detrás de la que estaba un magnate sueco de los medios que se encargó de difundir mundialmente su imagen. El año pasado, además, una de las oenegés que la impulsó en sus inicios, No tenemos tiempo, recaudó más de nueve millones de euros.