Caballero no ha ganado las elecciones, pero sale reforzado de las urnas y será alcalde de Vigo otros cuatro años. Lo será gracias a los votos nacionalistas, a su política populista y, sobre todo, a la crisis. Sí, gracias a la crisis. El Plan E supuso un pastizal que permitió al dirigente socialista arreglar más de doscientas calles, y esa ha sido a la postre una buena tarjeta de presentación ante el electorado, mejor incluso que el localismo exacerbado que practicó con la fusión de las cajas. El PP pensaba que la situación económica pasaría factura al PSOE por sí sola, pero lo cierto es que Caballero supo aprovechar el inesperado regalo de 90 millones de euros para ensanchar aceras, plantar árboles y poner bancos. Aunque no iba en su programa, ha tenido la astucia de los chinos para convertir la crisis en una oportunidad.
Corina Porro ha ganado las elecciones, pero sale derrotada. Su futuro ya no pasa por el Concello vigués. La ex alcaldesa era un activo del PP y logró un resultado meritorio. Sin embargo, le faltó convencimiento. Demasiado tiempo con el freno de mano puesto, mientras su círculo criticaba la política de la Xunta en Vigo.
Y una última acotación. El BNG seguirá tocando poder, pero debe reflexionar sobre lo sucedido estos cuatro años porque les lleva al suicidio. Los nacionalistas carecen de mensaje propio y no han sabido poner a Caballero en su sitio en muchas ocasiones. Su papel volverá a ser el de mera comparsa si no interiorizan que ellos sustentan a un alcalde que se los come.