Viajes sostenibles, un plan para conocer las dos riberas de esta frontera natural
04 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.En el país de los mil ríos, el Atlántico y el Cantábrico dejaron muchas veces eclipsadas a estas arterias de agua dulce que, increíblemente, son grandes desconocidas tierra adentro. Por eso, después de las incursiones por el océano, las empresas de turismo náutico empiezan a fijarse en las cuencas fluviales. Y, si hablamos de ríos, en Galicia hay que empezar por el Miño.
«Incluimos las dos riberas. La gallega, por supuesto, y la portuguesa. En ellas, ofrecemos experiencias en la naturaleza, tanto a pie como en bicicleta, o realizando distintas actividades náuticas», explica Pablo Mariño, de la empresa de turismo Bluscus.
Esta apuesta por adentrarse en el rey de los ríos gallegos surge de la mano de la Eurorrexión Galicia-Norte de Portugal y para él, conocedor de las rías, donde lleva años organizando rutas por las Illas Atlánticas o campañas de avistamiento de aves y cetáceos, redescubrir los cauces fluviales es todo un reto. «El entorno del Miño es una frontera natural entre dos países por conocer. Nuestras rutas son sostenibles. Optamos por realizar algunas de ellas no solo en barco, también en kayak o incluso en un bote eléctrico», detalla.
Por ejemplo, por la parte de Arbo y Melgaço, el caudal permite que se realicen actividades de rafting. En Monçao y Tui se puede ir en canoa, ya que son aguas más tranquilas. Sin olvidar el plan estrella para familias: un paseo en barco eléctrico por Vila Nova de Cerveira».
Con la pandemia, los viajes a la carta y para grupos reducidos son cada vez más demandados y estas alternativas permiten disfrutar sin masificaciones.
«Se habla mucho de las rías y muy poco de los ríos»
«Nuestro leit motiv es conectar al viajero a través de la interacción con el entorno local», asegura Pablo Mariño. El especialista en turismo náutico lo tiene claro: «En Galicia se habla mucho de las rías y muy poco de los ríos». Defensor del turismo sostenible, del que observa sin alternar el medio, persigue que los viajeros sean partícipes y «no meros recolectores de datos».
Por eso, continúa, «un buen ejemplo es nuestra visita a las redeiras de A Guarda. El usuario conoce la historia de la zona a través de ellas. ¿Hay mejor manera de conectar con el paisaje que este?», se pregunta. En sus rutas por el río ofrecen píldoras de historia local, «ese patrimonio inmaterial que por fin se está poniendo en valor». Experiencias enoturísticas y degustaciones de la gastronomía tradicional, desde la lamprea al cabrito, completan la propuesta. Una opción de viaje en auge.