«La gente debe saber que pueden defender sus derechos»

FERROL

20 feb 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

En la casa de Natalia Casáñez y Roberto Alejandro Saavedra reina la alegría tras meses de lucha. En junio del año pasado denunciaron a Sanitas por denegarle una póliza de seguro a su hija Candela, que tiene síndrome de Down. La sentencia llegó el lunes y fue favorable. Condena a la empresa por publicidad engañosa y vulneración del derecho de igualdad de la niña. La empresa, que puede recurrir, deberá indemnizarles con 6.000 euros y pagar la publicación en prensa del dictamen.

Esas disculpas públicas es la que más satisfacción causa a la familia. Natalia recuerda que «desde el principio solo les pedimos eso, una disculpa pública». De haberla tenido «no hubiese hecho falta juicio».

Mientras hablan, varios programas de televisión dedican minutos al caso. En todos se hace hincapié en la indemnización de 6.000 euros. No creen que sea justo porque «no empezamos esto por dinero», explica Roberto. Es más, subraya que «esa es la indemnización mínima por daño moral».

Natalia reconoce que durante la vista, en la que estuvieron asesorados por el letrado Julio Barros, pensó que el veredicto iba a serles contrario. «Es que el fiscal pidió la desestimación del caso y algunos testigos camuflaron mucho la verdad», afirma. Salieron del juicio con «mal sabor de boca» y la sentencia «cayó como una bomba» porque, continúa Natalia, «creía que toda esa hipocresía iba a salir otra vez indemne».

Pero «lo importante», añade Roberto, es que hay «oportunidades y la gente tiene que saber que puede denunciar para defender sus derechos». Cree que en muchos casos «la gente se echa atrás cuando el problema toca el bolsillo o el oponente es demasiado grande, pero hay que seguir adelante».

¿Tuvieron sensación de ser una especie de David contra Goliat? «No -contesta Natalia-, no la tuvimos porque cuando vimos las cosas que eran capaces de decir los desmitificamos». Además, añade Roberto, «cuando empiezas y te implicas quieres llegar al final, y más cuando es algo tan obvio».

Los padres de ella si tuvieron dudas. «Son mayores y temían que nos metiésemos en un lío. Es una mentalidad diferente. Hay unos derechos para todos y hay que convencerse de defenderlos», explica.

Les han llegado felicitaciones de todas partes. En una ocasión, recuerda Roberto, un hombre le preguntó en una cafetería si era él quien salía en la prensa. Cuando le contestó que sí, «nos dijo que siguiésemos adelante, que conocía unos amigos en Suiza que tenían hijo con síndrome de Down y que habían decidido no volver a España, que allí las personas con discapacidad están más protegidas y que aquí vamos muy por atrás. Nos dijo que no abandonásemos».