Calles proclives a que por ellas suene el eco de los versos de Ramiro Fonte

La Voz

FERROL

06 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Cuando uno camina por Pontedeume, y ahora mismo acaba de comprobarlo, se da cuenta de que las calles de la villa -vamos a llamarle así, villa, que también es una muy hermosa palabra- se da cuenta de que esas calles todas son muy proclives a que por ellas suene el eco de los versos de Ramiro Fonte, y aun se diría que la propia voz del poeta. Una voz que uno cree reconocer en más de una esquina, y que le hace volver, hacia lo imposible pero tan querido, la cabeza.

Es cierto, y no pasa nada por repetirlo de nuevo, que hay lugares que no serían los mismos si no hubiesen existido aquellos que escribieron de ellos y en ellos. Ese es el caso también del Pontedeume del Conde Fernando, que no se parecería completamente a lo que él es si Ramiro Fonte, con sus libros, no hubiese logrado el mayor de los milagros posibles, que es devolverle la vida a los que habían marchado demasiado lejos.

(Un milagro de naturaleza esencialmente poética, pero al que tampoco son ajenas artes como la de la fotografía. Las imágenes de Tito Ríos, cíclople y vocalista, dan buena prueba de ello.)