Las virtudes de este arenal atraen a gente de muchos lugares
26 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Llegar a Esmelle con una furgoneta, la vela y la tabla es algo así como traer un salvoconducto que abre las puertas a un mundo en el que da igual de dónde seas y a qué te dediques. Los windsurfistas son como una gran familia. Comparten emociones subidos a la tabla y empujados por la fuerza del viento, y hacen piña en la campa de la Escuela de Windsurf del Club Ferrolvento. Carlos Pedruelo y su amigo Raúl, de origen ruso, vienen de Madrid y les encontramos con Jesús Ares y Tino Caraglia, dos ferrolanos que como buenos anfitriones aconsejan a los visitantes sobre cómo está el mar y el viento. Los madrileños han visitado muchos sitios, pero dicen que como Esmelle no hay otro lugar igual, lo califican de paraíso. Por ello desde que lo descubrieron no dudan en venirse cada vez que las condiciones y el trabajo lo permiten. Uno trabaja en una petroquímica y el otro en una empresa de reforma y decoración, pero eso es lo de menos. Sobre la tabla y aguantando de la vela son todos iguales. Jesús, el ferrolano, lleva practicando este deporte desde los 15 años, igual que Carlos que empezó de niño. Tino señala que el comenzó hace 5 años. Raúl sostiene que es una práctica que engancha. Ellos estuvieron por la mañana dos horas en el agua y por la tarde con la pleamar se preparaban para volver a entrar. Claro tenían que aprovechar, a última hora de ayer lunes regresaban a Madrid. Hoy les toca trabajar.