Algo decididamente mágico debe de haber en el valle de Serantes para que en ese rincón de Ferrol, que antaño daba nombre a su propio municipio, haya florecido, desde hace tanto tiempo, una literatura magnífica. Lo digo -permítaseme insistir en ello- porque allí vinieron al mundo todo un Premio Cervantes (Gonzalo Torrente Ballester) y un Premio Nacional de Literatura Infantil (Juan Farias), y porque es precisamente allí, también, donde vive, entre sus libros, la escritora sevillana, afincada en Galicia, Julia Uceda, Premio Nacional de Poesía y desde el jueves además Premio Internacional Federico García Lorca. Y es cierto que ningún galardón añade nada a los libros de los autores que lo reciben, como ya se ha dicho tantas veces. Pero igual de cierto es que los premios permiten que los escritores y sus obras lleguen a públicos más amplios, y eso es lo verdaderamente sustantivo. Agustina Bessa-Luís, una de las más grandes voces de las letras portuguesas, solía decir que eran muchos más quienes la conocían que quienes la habían leído, y sin duda tenía razón. El hecho de haber fallecido sin recibir el Nobel, premio que sí se les concedió a otros muchos autores cuya calidad (vamos a dejarlo ahí...) no era precisamente superior, hace que hoy la obra de Bessa-Luís no ocupe aún, en la historia de la literatura, el lugar que merece. Pero volvamos a Serantes, que es lo que realmente nos ocupa. Que no nos salgan tantas ramas. Quería decirles que a mí me parece que para Galicia es un honor poder contar con la presencia de Julia Uceda, que es una de las figuras centrales de la poesía contemporánea. Yo la admiro mucho. Por eso, como lector suyo, quiero darle hoy las gracias.