El turismo rural de Ferrolterra inicia a buen ritmo la temporada, con altos niveles de ocupación y reservas

A. F. C. ORTIGUEIRA / LA VOZ

FERROL

Exterior de la Casa de Graña da Acea, en la parroquia de San Fiz, en Monfero
Exterior de la Casa de Graña da Acea, en la parroquia de San Fiz, en Monfero CEDIDA

La incertidumbre sobre la evolución de la pandemia persiste

17 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La temporada ha comenzado a buen ritmo para los establecimientos de turismo rural de Ortegal, Eume y Ferrolterra. Los niveles de ocupación son altos, desde que comenzó julio, y el volumen de reservas es elevado para lo que queda de mes y para agosto. En algún caso, ya hay estancias concertadas para septiembre. «En junio ya tuvimos mucha gente, cuando otros años era todo muy salteado, y este mes estamos teniendo más ocupación que otros años [...], agosto está petado de reservas y ya estamos teniendo para septiembre», destaca Teresa Fernández, una de las propietarias de la Casa de Graña da Acea, en San Fiz (Monfero).

La Casa do Castelo de Andrade, en Pontedeume, retrasó la vuelta hasta el 1 de julio y desde entonces «ha ido todo bien, con bastante movimiento», apunta el dueño, Alberto Molares, algo inquieto por las últimas noticias sobre la pandemia. La evolución de la crisis sanitaria sigue preocupando al sector, temeroso de eventuales restricciones de la movilidad. «Hasta ahora ha habido alguna cancelación de extranjeros, porque sus gobiernos les alertan de que no deben viajar a España, pero, en general, la sensación es mucho mejor que el año pasado», indica Molares.

La campaña ha arrancado con fuerza y se mantiene la tendencia de 2020, con un alto porcentaje de estancias largas, de entre cinco y ocho días. José Picallo, responsable de la Casa do Morcego, en O Porto do Cabo (Valdoviño), observa, sin embargo, una reducción de las noches de alojamiento. «Empezamos a finales de junio y está yendo bien. Eso sí, el año pasado había más gente que se quedaba entre ocho y diez días, y ahora te preguntan por dos e incluso por uno», dice.

El turismo nacional se impone y ha permitido compensar algunas anulaciones de extranjeros, como explica Marisa Cabanas, al frente del hotel A Miranda, en Cariño. «El movimiento ha empezado esta semana y la previsión es buena para lo que queda de julio y para agosto. Sí noto que los clientes gallegos aprecian cada vez más lo que tenemos aquí», comenta. Desde Semana Santa, cuando reanudó la actividad, la mayoría de los huéspedes han sido viajeros de proximidad, que con la llegada del verano han dado el relevo a los turistas de otras comunidades.

Los madrileños encabezan todas las listas, seguidos de los barceloneses, con interés creciente por la zona. «La gente viene con mejor ánimo [...], y los de Murcia y Valencia llegan escapando del calor», anota Teresa Fernández, de la Casa de Graña da Acea. En la casa rural Soutomoro, en Loiba (Ortigueira), operativa desde mediados de junio, echan en falta los festivales: el Mundo Celta y, sobre todo, el Resurrection Fest, de Viveiro, que solía llenarles el negocio durante varios días.

«La gente está esperando hasta el último momento, por la incertidumbre. Las estancias son largas, de entre siete y diez días», detalla Francisco Pernas, uno de los encargados de la gestión del local. La pandemia sigue marcando los hábitos y muchos clientes quieren hospedarse en A Cabana de Leo, un apartamento independiente situado junto a la casa.