La inteligencia en la civilización política

Víctor Alonso TRIBUNA

FERROL

01 ago 2023 . Actualizado a las 19:37 h.

La inteligencia está de moda. Se ha hecho postmoderna, y la hay para todas las tallas: lingüística, emocional, matemática, musical, incluso artificial. Pero los cambios y novedades no son solo de ahora. La capacidad intelectiva de nuestra especie, si bien tiene una base genética, ha pasado por diversas concreciones históricas. También ella se ha modelado culturalmente, según la época. ¿Existe una inteligencia específica de Occidente? ¿Cuándo nació? Dos maestros de los estudios clásicos, Christian Meier y Moses Finley, explicaron de manera convincente que la política (de polis) fue una invención de los griegos. Ese pueblo genial empezó a hacer política, o sea, institucionalizó las ideas de ciudadanía, igualdad ante la ley, magistraturas electivas y temporales, y asambleas populares con debates abiertos y poder legislativo. He ahí el elemento diferenciador del resto del mundo antiguo y aun de gran parte del actual, que pervive en un estadio prepolítico, sean teocracias o autocracias. He ahí el íncipit de la excepcionalidad europea en la historia de la civilización. Con el nacimiento de la polis y la política apareció un cierto tipo de inteligencia, distinta de la sabiduría (el sentido común, los libros sapienciales, el refranero) y capaz de aprovechar la inteligencia técnica anterior (utillaje, construcción, escritura). Ese correlato epistemológico fue la inteligencia científica y humanística, el pensamiento crítico. Su hija primogénita, la filosofía; su segundogénita, la historiografía (frente a la memoria, fuente del mito y la leyenda); sus otros vástagos, artes tan políticas como el teatro o la oratoria, y la medicina, la astronomía, las matemáticas. La Roma más politizada y creativa completó el proceso con la invención del derecho en sentido jurídico, que uno define de esta manera: la conquista de una esfera autónoma, secular y profesional de racionalidad normativa. Lo jurídico-político y el conocimiento científico- humanístico son, en Occidente, las dos caras de la misma moneda. ¿Se mantendrá el binomio?