La semilla del ejemplar estaba en un camión maderero en Esmelle durante el conflicto, pero se trasladó a un antiguo aserradero donde lo plantó un trabajador
27 sep 2023 . Actualizado a las 17:53 h.Un gigante tira hacia arriba de las miradas de los peatones que transitan por la rúa da Terra a la altura de Almendra. En la ciudad de Ferrol quedan pocos seres de este tipo, que tanto caracterizan a la comunidad, como son los carballos. Y debe ser su singular periplo el que protegió a este viejo habitante que nació y sobrevive entre artificios humanos.
Uno de los aspectos más destacados del árbol es su propia historia. Pablo Torrella Allegue, de la Sociedade Galega de Historia Natural, indica que este carballo tiene su origen en Esmelle, según la información que obtuvo de un vecino que lo vio crecer, ya que vivió durante años en la zona que hoy habita. El cálculo de su edad supera con creces los ochenta años, ya que la plántula nació en una carroceta cargada de madera que se quedó paralizada en Esmelle en 1936 por causa de la Guerra Civil.
Según los datos de Torrella, procede de una bellota germinada. Esa semilla pasó de la carroceta en que llegó a Esmelle hasta el lugar donde creció y está gracias a un obrero que apreció el valor de ese pequeño brote. El trabajador lo plantó en un patio que pertenecía a un antiguo aserradero. Y ahí sigue. Dando sombra y cobijo en la rúa da Terra.
«A araucaria de Amboage máis este carballo deberían estar contempladas como árbores senlleiras», asegura Torrella Allegue. El catálogo de la Xunta al que se refiere el investigador contempla árboles y formaciones vegetales dignas de protección por criterios como la estética, localización o historia.
Tanto las dimensiones que alcanza como su propia identidad de árbol autóctono son motivos de admiración. Este carballo se encuadra en la especie de los Quercus robur, también llamado de tipo común, y supera los veinte metros de altura, según los cálculos de Torrella. «Os primeiros anos tiran moito cara arriba, sobre todo por competencia», explica el naturalista.Y a sus ochenta años, se trata de un ejemplar antiguo solo a escala humana, dado que la esperanza de vida de la especie es de 500 años. Eso sí, Torrella subraya que esa longevidad se asocia a un medio más apropiado, como una carballeira.
Las noticias de la época de la demolición del aserradero registran la intencionalidad de mantener el carballo, además de un castaño que lo acompañó durante años. En el emplazamiento de la planta se construyeron los edificios y la plaza que constituyen hoy el hogar del simbólico árbol, que continúa con su vida a pesar de los cambios sucedidos a su alrededor.