La religiosidad en la Armada

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FERROL

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Altar portátil CEDIDA

España, como país de tradición católica, siempre ha gozado de tradiciones religiosas

10 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

España, como país de tradición católica y defensor de su fe, sobre todo a raíz de los conflictos reformistas luteranos, en los reinados de Carlos I y Felipe II, siempre ha gozado de tradiciones relacionadas con las figuras religiosas del catolicismo.

Estas figuras religiosas, acabaron convirtiéndose en «seres protectores», bien sea de un ejército, unidad (tercio, regimiento,…) o, en el caso de la Armada, de sus buques. Es el caso, por ejemplo, del santo Pedro González de Fromisa, más conocido con el nombre de San Telmo, muy popular en las poblaciones costeras andaluzas y cuyos restos descansan en la catedral de Tuy. Ha sido patrón de los mareantes de España y Portugal, y a él se encomendó el Real Colegio de Pilotos de San Telmo en Sevilla (1681). Durante el siglo XVIII, casi todos los buques de la Real Armada tenían una advocación a un santo o santa como patrón o patrona.

La Virgen del Rosario, como advocación mariana, la promueve el papa Pio V, tras la batalla de Lepanto y el triunfo de la liga Santa, frente a la escuadra turca, el 7 de octubre de 1571, por las fuerzas de D. Juan de Austria. Se relacionó a la Virgen del Rosario con las galeras y galeones españoles, y comúnmente su imagen se conoce, sobre todo en Andalucía, con el sobrenombre de «la Galeona».

La devoción a la Virgen del Carmen no surge, como en otros casos, por una aparición o auxilio mariano, sino por una decisión de una serie de religiosos italianos para retirarse y llevar una vida eremita en el monte Carmelo en tierra Santa (norte de Israel) a finales del siglo XII. Allí levantaron una iglesia en honor de Santa María del monte Carmelo. Lo que en principio surgió como retiro, acabó desembocando en una orden religiosa reglamentada desde 1226. La tradición de la Virgen del Carmen con el escapulario, surgió a través del testimonio del santo carmelita inglés Simon Stock, a quien se le apareció la Virgen el día 16 de julio de 1751 como consecuencia de las plegarias de auxilio, ofreciéndole la Virgen el escapulario como protección para todo aquel que lo llevase en el momento de la muerte. Esta devoción por la Virgen del Carmen, fue creciendo entre las gentes del mar durante los siglo XVIII y XIX, y en 1901, durante el reinado de Alfonso XIII, bajo la regencia de su madre, la reina Dª

María Cristina, a instancias del entonces ministro de marina, D. Cristobal Colón y de la Cerda, se declara a la virgen del Carmen como patrona de la Armada española. Más tarde se extendió este patronazgo a las marinas mercante, de pesca y recreativa o deportiva.

La Asistencia religiosa

La asistencia religiosa en el ámbito castrense no debe resultar un hecho extraño. Basta con imaginarse el consuelo que producía esta asistencia espiritual en las diversas contiendas militares, incluyendo las batallas navales; por tanto, establecer un origen para esta asistencia religiosa es complicado porque se remonta a los siglos de la era medieval. Los primeros documentos que incluyen

una primera organización para una religiosidad castrense aparecen en el siglo XVI durante el reinado de Carlos I de España, en donde se establecían jerarquías

castrenses para los sacerdotes. Se dispusieron divisiones de funciones pastorales según el tipo de unidad organizativa. En la Armada por ejemplo, la división consistía: Galeras, Escuadra, Flota o la Armada en general. La cabeza jerárquica estaba representada por el Capellán Mayor, considerado como delegado pontificio, y recibía la denominación de «Vicario Castrense». En 1695 este título se institucionalizó oficialmente, estableciéndose el Obispo de Cádiz como Vicario Castrense. En el siglo XVIII, la política reformista y de reorganización de Felipe V no dejó al margen a la iglesia castrense, la cual adolecía de una regularización interna coherente y estable. Con este fin, el rey pidió expresamente al Papa Clemente XII un nuevo Breve, que se promulgó, finalmente, en 1736. En él se establecía el servicio religioso militar como una jurisdicción eclesiástica especial que no se debía someter a los Ordinarios Diocesanos, además de ser permanente tanto en tiempo de guerra como de paz. La jerarquía quedaba limitada a un solo Capellán Mayor, algo que se había ido degradando en el siglo anterior con una multiplicidad de capellanes mayores que no provocaba más que confusión. Los deberes pastorales de la Armada se regularon en 1753 mediante Ordenanzas Eclesiásticas Militares. Después existieron los Cuerpos Eclesiásticos en los Ejércitos y Armada, cuyos miembros tenían condición militar. En 1990 se creó el actual Servicio de Asistencia Religiosa de las Fuerzas Armadas (SARFAS), cuyos sacerdotes o capellanes pueden estar vinculados con carácter temporal y permanente, y aunque no tienen condición militar, en el ejercicio de sus funciones pastorales están equiparados a los oficiales con diferentes empleos según los años de servicio prestado, teniendo derecho a vestir el uniforme correspondiente con distintivo y divisas propias.

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