El gran sueño del Bunkai cumple 30 años: «Dejé el naval para montar con mi mujer este gimnasio y hacer lo que me gusta»
FERROL
Carmelo Teijeiro y Elvira Prieto llevan desde 1994 con este negocio en Ferrol, y 41 años casados
14 dic 2024 . Actualizado a las 20:27 h.Un viaje de 1.000 kilómetros se inicia con un solo paso. Y hace treinta años que Carmelo Teijeiro y Elvira Prieto emprendieron uno de los caminos más importantes de su vida, para acertar de pleno en Ferrol. Él tenía 29 años y apostó por dejar su trabajo como electricista en Bazán (actual Navantia) para dedicarse a su gran pasión: la enseñanza de las artes marciales. Montó así con su mujer el gimnasio Bunkai Sport en Caranza, emblema de las actividades deportivas en la zona que celebra su aniversario. «A nuestras familias les pilló por sorpresa, porque Navantia se asocia con tener estabilidad para siempre pero a mí lo que me encantaba era esto; fue nuestra mejor decisión y uno debe dedicarse a su pasión y hacer lo que le gusta», indica este maestro de karatekas.
Este matrimonio tenía entonces dos hijos muy pequeños. Y gracias al impulso del negocio, él en la enseñanza y ella en la gestión, «logramos dedicarnos a lo que nos gustaba y pasar más tiempo con los niños». Durante este tiempo, Carmelo y Elvira han compaginado las tres décadas del Bunkai Sport con 41 años de casados, criaron a sus hijos Carla y Mario, y ya cuentan con dos nietas. «Cuando montamos el gimnasio, yo había estudiado puericultura y mi idea era abrir una guardería pero surgió lo del Bunkai, me pareció bien y al final trabajo con niños todos los días», asegura su gestora.
El Bunkai Sport se compagina con el Club Bunkai (en japonés significa dividir o deconstruir algo complejo para analizarlo en profundidad) que también comanda Carmelo, y con una escuela de tai chi. Aquí «se ofrecen por un lado actividades marciales (kárate, boxeo, aikido) y terapéuticas (pilates, yoga, tai chi), y por otro fitness y acondicionamiento físico (entrenamientos concertados)». Antes, Carmelo ya llevaba diez años dando clases: «Primero en O Seixo (Mugardos) en el local de la Sociedade de Amigos da Paisaxe Galega porque mi familia veraneaba allí, después en un gimnasio».
Este karateka y profesor entró en Bazán a los 16 años como aprendiz, y ya desde muy pequeño practicaba artes marciales. «Primero judo en el Grupo Bazán, después taekuondo y por último kárate; trabajaba en Navantia por las mañanas, por la tarde daba clases y los fines de semana iba por toda España como seleccionador gallego de kárate», indica. Recuerda que «llegaba a casa a las 23.00 y a las 07.00 tenías que estar en el astillero, el trabajo en el naval no me llenaba y llegó el cambio». Aprovechó las bajas incentivadas que ofrecía entonces Bazán para convertirse en autónomo: «Nuestras familias se sorprendieron, pero el padre de Elvira me animó porque él también era autónomo y me dijo ‘si te gusta hazlo ahora que eres joven'».
¿Ferrol o A Coruña?
La primera idea pasó por «cambiar toda la vida y levantar el gimnasio en A Coruña porque Ferrol estaba menguando, pero al final elegimos Caranza (donde nació y se crio Carmelo) y fue un gran acierto». Él era hijo de unos luchadores como el sindicalista Carmelo Teijeiro y María Victoria Fernández (una de las primeras concejalas de Ferrol), sus abuelos fueron jardinero y ayudante de la condesa de San Sadurniño. Cuando nació el Bunkai «no había la competencia desleal de los concellos ni gimnasios low cost, después ampliamos con el Bunkai 2 en Inferniño, más tarde nos quedamos solo con el de Caranza aumentando espacio, y con la pandemia replanteamos el negocio para no echar tantas horas».
Carmelo tiene alumnos que van de los cuatro a los 70 años, «en un deporte que aporta respeto y disciplina, forma el carácter para enfrentarte a la vida, por eso priorizamos su difusión». Al Bunkai acude la gente a «desestresarse y cargar pilas». Siempre de la mano familiar de Carmelo y Elvira: «Llevamos compartiendo vida laboral y personal desde muy jovencitos, volcados con los hijos y con este trabajo tan bonito».