A bordo del Juan Sebastián de Elcano: «La princesa Leonor es una compañera más»

F. Fernández FERROL

FERROL

Kiko Delgado

El buque escuela de la Armada, atracado en Ferrol, abre a las visitas, pero con colas de espera importantes

10 jul 2025 . Actualizado a las 23:03 h.

Faltaba algo más de una hora para que empezase el horario de visitas al interior del buque escuela Juan Sebastián de Elcano, atracado en Ferrol desde el miércoles, y ya había cola para entrar. Los curiosos más impacientes mataban el tiempo comiendo un bocadillo o haciéndose fotos con la silueta del barco detrás. Dieron las tres de la tarde y sonó el silbato. Adelante.

¿Estaría la princesa Leonor a bordo? «No creo, antes salieron por ahí unos coches de esos, la llevarían a comer a algún sitio», asiente una ferrolana entrada en años. Si estaba a bordo, la guardiamarina Leonor de Borbón y Ortiz no se dejó ver.

Los visitantes iban entrando en grupos pequeños. Antes de subir, era obligatorio dejar los bolsos y pasar por un arco de seguridad. «Las fotografías se pueden tomar únicamente aquí, en el timón de popa, y en proa, en el resto del barco nada más. Que disfruten», avisaba un marinero.

Solo se puede visitar la cubierta. El Juan Sebastián de Elcano va a cumplir cien años, pero los lleva estupendamente. Luce lustroso. «Tiene mucho mantenimiento, está navegando seis meses y los otros seis está en reparación», explica a bordo el alumno de la Armada Jose Portales. «Lo que más nos pregunta la gente es por este timón de popa, que si es de verdad, lo es, funciona, pero no lo utilizamos», aclara. Los visitantes no dejan pasar la ocasión de inmortalizarse delante de ese timón.

¿Ha trastocado la vida a bordo la presencia de la princesa de Asturias?, pregunta un curioso. «No, ella está integrada con nosotros, es una compañera más, sale, pero es más complicado porque va a cualquier sitio...», desvela Portales.

A bordo del Juan Sebastián van 250 personas, entre las que se encuentran 76 guardiamarinas, que acaban de regresar de un crucero de instrucción de seis meses de duración por Sudamérica y Estados Unidos. «Nosotros no llegamos a dar la vuelta al mundo, se hace cada cuatro años», aclara el alumno.

La popa queda atrás. «Disculpen, no se pueden fotos, son reglas de ahora», avisa una marinera de cabello rubio, quien ilustra que, a los pies de los visitantes, está el alcázar. «Los camarotes están abajo, esto es una sala multiusos que tenemos para tener reuniones o conferencias», describe. La princesa Leonor comparte camarote con otras ocho damas de la promoción: «Es muy normal», asegura otro compañero.

Entre los curiosos, algún que otro marisabidillo: «¿Aún os hacen fregar la cubierta a golpe de silbato con un cepillo de mango largo?», pregunta uno. «Se sigue haciendo, sí si te castigan mucho, todos los días», explica otro guardiamarina. Pero ¿la princesa también?, interroga incisivo el mismo curioso. «Yo creo que sí, pasamos todos», replica el militar. La cubierta, de madera de teca antiquísima, se limpia toda las noches: «Los guardiamarinas solo lo hacemos si es un castigo, sino lo hacen los de marinería».

Entre el grupo de visitantes se encuentran Eva Cartelle y Manuel Fonte, que viven en Mugardos. «El barco es precioso, lo malo es bajar por aquí con este tacón, antes muerta que sencilla», asegura ella entre carcajadas. A Manuel le supo a poco la visita. Solo la cubierta y una media hora de duración.

«Esto es una maravilla, tenía mucha ilusión por verlo», relata una militar madrileña que está en Ferrol de vacaciones.

Emilio es de Ferrol y se nota que sabe mucho del barco y actúa de cicerone improvisado: «Tres años me he tirado aquí, echo mucho de menos navegar, me encantaba, la sensación de paz y tranquilidad, ver un cielo despejado de noche, es espectacular...»