Salvaxe, cocina en horno de leña en una antigua vivienda de las Fragas do Eume: «Nos gusta dar de comer a la gente»

ANA F. CUBA CABANAS / LA VOZ

CABANAS

Alfonso e Eleonora, pareja y socios, en el interior del local, con el horno de piedra al fondo
Alfonso e Eleonora, pareja y socios, en el interior del local, con el horno de piedra al fondo JOSÉ PARDO

Hace 15 años fundaron Gloria Bendita en A Coruña y el viernes inauguraron un local con capacidad para 22 comensales en Irís, en Cabanas, en pleno parque natural

04 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Del bullicio de A Coruña, donde llevaban 15 años al frente del restaurante Gloria Bendita, a la paz de las Fragas do Eume. Es el viaje físico y emocional que han emprendido Alfonso Longhi Álvarez y Eleonora Ottani, pareja y socios en Salvaxe. «Después de tanto tiempo de hostelería en la ciudad, buscábamos un lugar tranquilo, en la naturaleza, una casa antigua para restaurar, poder tener animales y huerto. Nos gusta dar de comer a la gente y recibirla en casa, y cuando encontramos esto vimos que era nuestro sitio, por las vistas (la bajada del río Eume), el paraje...», explica Alfonso, gallego de abuelos paternos italianos que casi siempre ha vivido en A Coruña.

Este hostelero tiene 63 años y desde los 18 se dedica al sector. En Ecuador, en plena Amazonia, regentó un negocio con cabañas dirigido a turistas en busca de aventura en la selva y deportistas de alto nivel de kayak o rafting. Con su actual pareja abrió Gloria Bendita y ahora Salvaxe, en Os Currás, en la parroquia de Irís, en Cabanas, a dos kilómetros y medio de la playa de A Madalena, que se pueden recorrer a pie a través de un sendero. «Hace un año que empezamos con este proyecto, compramos una propiedad con dos edificaciones y terreno», detalla. Tras la reforma, una de las construcciones se ha transformado en su hogar y la otra, que fue erigida en 1890, en un restaurante con capacidad para solo 22 comensales.

La carretera acaba en el local que se inauguró el viernes por la noche, con la presencia de Raúl Pérez, un «afamado» enólogo de El Bierzo que elabora godellos, albariños o mencías con uva gallega, «y tiene dos vinos con cien puntos Parker, algo nada sencillo de lograr», remarca Longhi. Sus caldos serán los únicos que ofrezca Salvaxe. «Son uvas autóctonas de Galicia y es suficiente para tener una buena experiencia gastronómica», incide este empresario. También acudió Mario Nogueira, un ganadero de origen lucense, «criador de bueyes de raza Cachena y precursor de la recuperación de razas ancestrales de ganado», que será otro proveedor del restaurante. «Son carnes que vamos a trabajar aquí y daremos información (a través de códigos QR) sobre la trazabilidad de los chuletones, porque gastronomía y cultura pueden ir de la mano», abunda.

En la terraza, con vistas al río Eume, en pleno parque natural
En la terraza, con vistas al río Eume, en pleno parque natural JOSÉ PARDO

Pero los primeros invitados a la apertura fueron los vecinos, «a xente da aldea»: «Es con ellos con quienes vamos a convivir en el día a día, y han soportado las molestias de las obras». Además de algunos amigos, «el cura, el boticario y el alcalde». A partir del lunes, Salvaxe abrirá a las doce «para poder tomar un vino y unas tapas» y servirá comidas a partir de la una y media, todos los días. Restringirá las cenas, al menos en principio, a los viernes y los sábados, todo con reserva previa (en el 621 243 898 y próximamente en Instagram), dado el reducido aforo. Los propietarios atenderán el negocio de la mano de una pareja peruana con la que llevan tiempo trabajando.

En la carta de Salvaxe mandarán los productos de temporada, en una cocina centrada en el antiguo horno de piedra, alimentado de leña —donde hace más de un siglo se cocía el pan para todo el vecindario— y la parrilla. «Hemos tratado de evitar los aparatos modernos. Se puede cocinar con elementos de barro y preparar verduras, pescados y carnes a la brasa... sin la sofisticación que hay hoy en día, es nuestra forma de concebir un restaurante en un entorno natural», argumenta. La caza tendrá un peso destacado en el menú —«estamos rodeados de corzos, jabalíes, ciervos...»—, igual que los pescados y los mariscos, también de proximidad, las verduras (que ellos mismos cultivarán en la huerta de la parcela), las setas o las trufas.

«Hemos mantenido la esencia del lugar, no queremos desvirtuar lo que hay, hemos limpiado la piedra y rehabilitado la pizarra de los tejados, y hemos hecho un desmonte para el aparcamiento. El resto es zona de animales (patos, cabras, ovejas y en el futuro también caballos) y huerto», detallan. Con 2.500 metros cuadrados de finca, proyectan, «en el futuro», montar tres o cuatro cabañas turísticas para complementar el negocio hostelero.