Ultramar paga la factura del nuevo corte por el bulevar en Ferrol: «Si vas a dar la vuelta a la Trinchera no vienes aquí a tomar los vinos»

FERROL CIUDAD

Negocios del entorno de la calle Nova de Caranza denuncian la repercusión del cierre rodado y exigen que se cumplan los plazos
04 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Veinticuatro horas después del nuevo corte de la calle Nova de Caranza los ánimos están caldeados en Ultramar. El cierre rodado de la conexión de este barrio con Esteiro ha obligado a los vecinos a desempolvar los viejos itinerarios al volante que ya tuvieron que utilizar hace un año, cuando las obras del bulevar de As Pías mantuvieron anulado durante meses, Navidades incluidas, la ruta directa hacia el Diapasón. Y con ello, vuelven los rodeos. Al menos hasta el 20 de diciembre, fecha anunciada por el Ministerio de Transportes para la reapertura y estreno de la rotonda en construcción, la carretera de Castilla es punto de paso obligado para adentrarse en el barrio, bien mediante la Trinchera y Nicasio Pérez o por Esteiro y la plaza de España: un rodeo de varios kilómetros en lugar del cruce directo.
Desde el lunes, residentes y visitantes adaptan forzosamente sus rutinas una vez más. Y los negocios de la zona se resienten. En plena época prenavideña, paradójicamente lo único que se salva son las comidas y cenas de empresa en los establecimientos de hostelería de la zona. Esas citas ya están reservadas, y por tanto, garantizadas. Pero adiós al chateo y los cafés o menús de paso que llevan a diario a numerosos clientes hasta la zona de Ultramar, con una amplia oferta hostelera. Muchos desde Esteiro: «Quieres venir para arriba y no puedes. Si vas a dar la vuelta a la Trinchera no vienes aquí a tomar los vinos». Lo confirman en varios negocios. Y en algunos prefieren ya, simplemente, no opinar. «Lo de las obras es una locura. Nos cortan en verano, en Navidades, en carnavales...», censuran. También el pequeño comercio de otros sectores ve cómo su caja mengua precisamente en una época en la que, sostiene, debería incentivarse el consumo. Por ello, todos exigen que se cumpla con lo anunciado.
Tanto la Asociación de Vecinos como el Concello ya avanzaron que no permitirán que Ultramar quede sitiado otras Navidades más, pero los precedentes de la obra abonan la desconfianza en el barrio.
Y por el momento, uno tras otro los coches continúan descendiendo por Nova de Caranza hasta toparse de frente con las vallas: ningún cartel advierte antes del corte por las obras. Y los vehículos se ven obligados a tomar por Sánchez Calviño hasta desembocar en O Bertón. O a dar media vuelta.
Si para los coches el paso por la zona es imposible, tampoco lo tienen sencillo los peatones. El paso habilitado contiguo a la incipiente rotonda era ayer un barrizal atravesado por vehículos de obra: «Casi no podemos cruzar: pasan los coches de un lado para otro y llenan todo de barro hasta los tobillos», critica Narciso Prieto, que ve la obra «muy lenta».

Emelyn Piñón, gerente del hotel América
«Los GPS se vuelven locos y los huéspedes no consiguen llegar»
El hotel América, en primera línea de obra, es uno de los principales damnificados del nuevo corte. «Solo esperamos que pase rápido y ya está», resume sus expectativas la gerente, Emelyn Piñón. «Los GPS se vuelven locos», explica. «Todos los clientes nos llaman, después de dar vueltas media hora, porque no está reconocida ni la nueva rotonda de allí [la de la Trinchera] ni el corte, y no consiguen llegar. Es una locura», cuenta. «Me parece mal que yo me tenga que estar metiendo en Google y mandando correos y señalizando calles, y que no haya alguien en el Ayuntamiento o en algún sitio que marque esas cosas. Desde el principio, siempre que cortaron aquí tuvimos que hacerlo nosotros», reprocha. Desconfía de la reapertura de la calle anunciada para el día 20, basada en anteriores experiencias: «No suele ser cuando dicen». Pero «todo sea por el resultado final», porque, considera, «valdrá la pena».

Montse Coba, de MYD asesores de imagen
«Se ponen a cerrar en diciembre, cuando más movimiento hay»
En plena faena en su peluquería, MYD Asesores de imagen, Montse Coba analizaba ayer los efectos del corte. «Repercute muchísimo, no hay movimiento ninguno por la calle. Llevamos con la obra dos años y beneficio, ninguno», lamenta. Además, «se ponen a cerrar en pleno diciembre que es cuando más movimiento hay», critica. Y «ojalá», dice, se cumpla la reapertura, pero recuerda que «las otras veces decían que se abría en una semana y se tiraron dos meses con la calle cerrada». A todo ello suma que «tampoco avisan con mucha antelación». Y «lo que no puede ser es que los coches lleguen hasta aquí y tengan que dar vuelta porque no hay ningún cartel arriba de ‘calle cerrada por obras’».

Ángel Fernández, propietario del Mesón La Maloca
«La falta de coches equivale a la de clientes»
Veintiún años al frente del Mesón La Maloca le dan a Ángel Fernández perspectiva. «Aquí la falta de coches equivale a la falta de clientes: si no hay coches no hay movimiento, y la gente se va para otras zonas», afirma. Y el efecto de un corte como el actual «es inmediato». Además, «ya sabemos cómo es porque ya estuvo cortado en su día la tira de tiempo». Así que pide que «abran pronto la rotonda. Dicen que el día 20, pero yo no lo creo, porque esa obra lo único que tiene son retrasos. Pero a lo mejor tenemos suerte», bromea.

Mónica Pena, camarera del café bar Yatte
«Se notó un montón el bajón de clientes»
El reciente corte se traduce en una repentina reducción de clientes en el café bar Yatte. «Se notó un montón el bajón», explica Mónica Pena, camarera. «No hubo casi movimiento, porque no había coches ni gente paseando. Y el día tampoco favorece». Así que las próximas semanas se auguran «complicadas» porque además «acabamos de abrir, y es un fastidio. Pero de todo se sale, y esto solo es un bache en el camino», cuenta animosa.