Adiós a ser camareras: «Demasiadas horas, poco dinero y no teníamos vida»

Patricia Hermida Torrente
Patricia Hermida NARÓN / LA VOZ

NARÓN

María Cibreiro, Nerea Diéguez, Sara Piñeiro y Andrea Casteleiro; en Xuvia, Narón
María Cibreiro, Nerea Diéguez, Sara Piñeiro y Andrea Casteleiro; en Xuvia, Narón Cedida

María, Nerea, Sara y Andrea, vecinas de Narón, decidieron cambiar la hostelería por otros sectores

09 mar 2025 . Actualizado a las 19:19 h.

Como todas las chicas de la ría de Ferrol, aquí están unas luchadoras. María, Nerea, Sara y Andrea iniciaron hace años su vida laboral como camareras, llenas de ilusión. Pero les costó tanto sacrificio que decidieron cambiar de sector: unas tenían otros sueños, otras querían una vida mejor. «Los hosteleros dicen que no encuentran personal, nosotras podemos decir que a ser camarera dedicamos demasiadas horas, no cobras el suficiente dinero y no tienes vida», concluyen estas cuatro vecinas de Narón.

María Cebreiro, 26 años

María Cebreiro empezó a trabajar en hostelería con 17 años. Ahora se está formando con un curso para cambiar de sector. Destaca que «lo bueno de la hostelería es que es un trabajo activo, no hay un día igual que otro y conoces a un montón de gente». Pero lo malo «son los horarios, la falta de conciliación porque trabajas cuando los demás están de ocio; es una profesión que quema muchísimo y que para mí no era para toda la vida salvo que montes un negocio y trabajes para ti». En su caso, «de vez en cuando aún hago un extra, pero debo aprovechar que soy joven para arriesgarme y buscar el futuro en otra cosa». Recalca que «a mí esto me gusta y tuve suerte, pero los empresarios no encuentran a gente porque los turnos son interminables y los sueldos por debajo de lo que deberían».

Nerea Diéguez, 30 años

Nerea Diéguez trabajó dos temporadas en un hotel en Palma de Mallorca, y otro año en bares de Ferrolterra. Siempre lo compaginó con otros sectores (comercio, panadería). Desde hace un año está en un supermercado, «era mi sueño llegar aquí o a una tienda de ropa». Empezó como camarera con 17 años, «y llegué a trabajar diez horas al día por 400 euros, aquello fue una explotación; en Mallorca cobraba bastante más pero era una locura de horas». Su ritmo no bajaba de diez horas diarias, «no tenías vida, no podías compaginar tu vida social con el trabajo». Y la parte buena «es que hice amistades con las que tengo mucho trato... y ya; pero a mí la hostelería no me gusta, yo iba amargada a trabajar».

Sara Piñeiro, 24 años

Nacida en Pontedeume pero vecina de Narón, Sara empezó en la hostelería con 18 años para pagar sus estudios y ayudar en casa. Estudió Administración y Prevención de Riesgos Laborales. Y con las prácticas del último curso ya se quedó en la empresa: «Ahí encontré el trabajo de mis sueños por el que me había esforzado». De la hostelería recuerda «un sector muy accesible (da igual que no tengas experiencia con tal de que saques la tarea adelante), pero no están pagadas las horas extra, nunca hay hora de salida». Entiende que «los hosteleros no puedan contratar a tanta gente pero tampoco exigir 12 horas diarias». Recalca que «adoro estar cara al público, pero en hostelería no nos sentíamos valoradas; parece que no queremos trabajar pero lo que no queremos es estar explotadas (aseguradas por cuatro horas, o haciendo diez y cobrando 1.200)».

Andrea Casteleiro, 25 años

Esta naronesa empezó de camarera a los 22 y ahora trabaja en el mundo de la estética. «Lo mejor de la hostelería era conocer a todo tipo de gente y aprender a relacionarte con ella, aprendes a resolver problemas rápido», indica. Y en cuanto a lo malo, «además de gente buena te encuentras a maleducados, y acabas quemada por las horas». Afirma que «de todos modos la situación ha mejorado, antes un camarero podía estar 16 horas cobrando 600 euros; aún así no puedes dejar la mitad de tu vida en un negocio en el que no te sientes valorada o no te pagan lo suficiente».