Ana del Valle Duque, funcionaria en Berlín: «¡Ojalá pudiera vivir en Ortigueira!»

ANA F. CUBA ORTIGUEIRA / LA VOZ

ORTIGUEIRA

Del Valle, el viernes, recién llegada a Berlín, fotografiada por una amiga con algunas de sus creaciones
Del Valle, el viernes, recién llegada a Berlín, fotografiada por una amiga con algunas de sus creaciones CEDIDA

Esta coruñesa con alma de Ortegal encontró en la cerámica un refugio y una vía para resistir los largos inviernos de la capital alemana

31 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Nació en A Coruña en 1989, vive en Berlín desde la crisis que expulsó a tantos jóvenes gallegos y se siente más de Ortigueira que de cualquier otro lugar en el mundo. «Mi abuelo trabajó en Ortigueira, mi padre veranea allí desde pequeño y yo igual... mis padres tienen casa en la Alameda, siempre quiero ir y me encantaría volver. ¡Ojalá pudiera vivir en Ortigueira!», enfatiza Ana del Valle Duque después de 13 años en la capital alemana. Estudió Turismo y un máster en Conservación del Patrimonio, y en Berlín se inició en la cerámica. «Es una afición pero intento que cubra mis gastos», explica. Este año ha aprobado una oposición y en septiembre, recién aterrizada tras sus vacaciones, comenzará una nueva etapa profesional, en la Embajada de España.

«Ahora que he sacado una plaza en la Administración, al empezar a tener puntos... si consiguiese una en Ortigueira, me vendría», repite varias veces durante la conversación. En el barro halló cobijo, el calor y la luz que le escatima Berlín, una vía para «aguantar los inviernos» urbanos. «Y me encantó, empecé con abuelitos y ahora comparto un taller con una amiga. Trabajo con el torno, hago piezas utilitarias, sobre todo, teteras, tazas, vasos, platos... y ahora voy a empezar con la joyería», relata. Sus creaciones ya se pueden adquirir en La Ortiga, la tienda que han abierto Marta Durán y Lupe Pérez en la avenida Escola de Gaitas, un espacio para la artesanía y la cultura que promociona el talento y la creatividad.

Los verdes y los azules son los colores predominantes en sus piezas
Los verdes y los azules son los colores predominantes en sus piezas

Del Valle abrió hace poco su cuenta de Instagram, @valleceramicstudio, su marca, donde ya ha empezado a mostrar sus creaciones. «La cerámica es algo muy creativo, me relaja. En los colores que utilizo [sobre todo verdes y azules], me inspiro en Ortigueira, me recuerdan Galicia», insiste. El torno le ayuda a sobrellevar los meses «más duros y largos» de la ciudad. «Desde 2011, cuando llegué, ha cambiado mucho el clima. Antes nevaba desde principios de noviembre hasta marzo, y ahora ya menos, es más llevadero, pero no hay luz, anochece a las tres de la tarde. En la cerámica encuentro refugio».

El colectivo cultural De Berlín Son

Su generación tiene poco que ver con la de quienes emigraron en los años 70 a Europa, pero comparten la morriña. Por eso han creado De Berlín Son, un colectivo cultural gallego en esta ciudad moderna y vibrante. «Como aquí ya no hay centro gallego, decidimos formar la asociación, y tocamos la pandereta [risas], somos autodidactas», comenta. «En muchas ciudades de Alemania todavía funcionan los centros gallegos. Nosotros estamos muy hermanados con el de Hamburgo, y una vez al año se celebra en Berlín el carnaval de las culturas, a finales de mayo, principios de junio, para mostrar las diferentes culturas que conviven en la ciudad a través del baile, y llevamos tres años desfilando con la asociación. Nosotros tocamos las panderetas y los de Hamburgo vienen con las gaitas», describe. Es su manera de sanar la morriña, que no tiene cura. «Mi intención es volver... y ojalá pueda ser a Ortigueira —reitera—. Intento venir siempre que puedo, aunque por un fin de semana no vale la pena. Las comunicaciones entre Galicia y Berlín son muy malas. No hay vuelos directos, o vas a Oporto o a Madrid. Es una odisea, un viaje largo».

En sus escapadas suele pasar más tiempo en Ortigueira que en A Coruña. «Nunca me pierdo el Festival do Mundo Celta, este fue el primer año que no pude venir porque tuve las oposiciones, y estaba tan triste... también se presentó una chica que se tuvo que venir (antes de que acabara) porque estaba en Ortigueira». De Ortegal a Berlín hay cerca de 2.500 kilómetros, una distancia minúscula para quien ama tanto su pueblo de adopción.